Cambiar hábitos de consumo: una materia urgente

Cambiar los hábitos de consumo es una materia urgente

Los efectos del cambio climático llaman a la puerta y sus consecuencias pueden ser devastadoras. Cambiar nuestros hábitos de consumo se ha convertido en una tarea urgente.

POR Joan Miquel Mas Salom | 15 Abril 2024

No descubrimos nada nuevo si decimos que los efectos del cambio climático es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad. Episodios de sequías severas y frecuentes olas de calor son síntomas que ya se empiezan a intuir, y que afectan a la producción de multitud de alimentos y las condiciones de vida de muchos ecosistemas. Da miedo pensar que un día comerás una fruta o visitarás un lugar y, sin saberlo, será la última vez que puedas hacerlo.

El panorama no es para nada esperanzador. Aun así, si bien no se puede delegar toda la responsabilidad a las acciones individuales, cambiar hábitos de consumo, evitando productos o vigilando su procedencia, puede ser un buen canalizador para paliar los efectos devastadores. 

 

¿Cómo cambiar los hábitos de consumo?

En las últimas décadas nos hemos acostumbrado a poder disponer de todos los alimentos durante todos los meses del año. Un hecho que hubiera parecido impensable hace tan solo unas generaciones y que hoy en día está más que naturalizado. Pero por más que queramos comer aguacate en Europa o beber tres tazas diarias de café, no podemos ser ajenos a las consecuencias. 

A las consecuencias de su producción hay que sumarle los efectos medioambientales que conllevan su empaquetado y distribución por todo el globo. El impacto ambiental de las cápsulas de café, por ejemplo, es mucho mayor que el de su consumo en grano.  

Por otra parte, la cadena de distribución que nos permite tener frutas y verduras de todo tipo todos los meses del año llegadas de cualquier sitio también tiene un impacto nefasto en el medio ambiente. Ante esta situación, la mejor opción es apostar por el mercado de proximidad, atendiendo a los productos de temporada, y desechar embalajes plásticos de un solo uso, priorizando la compra a granel. 


Por otra parte, y aunque a más de uno le cueste aceptarlo, los veganos tienen razón: la industria cárnica, y especialmente la ganadería intensiva, es uno de los sectores más contaminantes. Para ello no es necesario dejar de consumir proteína animal, sino moderar su consumo y priorizar los productos procedentes de ganaderías extensivas. 

 

Productos del día a día

Pero más allá de la alimentación, productos como cuchillas, vasos de plástico o papel, cremas solares, detergentes o toallitas de bebé son altamente contaminantes. En algunos casos, porque su composición incluye aceite de palma, que, además de provocar deforestaciones para su obtención, en su tratamiento se liberan altas cantidades de dióxido de carbono, dañando la atmosfera. El uso de esta sustancia, además de en la alimentación, está muy extendido en productos para el hogar como detergentes, champús y pasta dentrífica.

Por otra parte, los productos de un solo uso suelen tener un impacto enorme al generarse grandes cantidades de residuos muy difíciles de procesar, y habitualmente, de difícil reciclaje. Por ello es preferible escoger siempre opciones reutilizables y reducir el número de residuos, ya que incluso los materiales biodegradables tienen un impacto negativo en el medio ambiente. 

 

Una responsabilidad de todos

A pesar de estas recomendaciones, hay que tener claro que las acciones individuales no son suficientes para paliar los efectos adversos del cambio climático. Por ello, hay que tener presente la necesidad de promover y facilitar el uso de energías renovables, tanto en uso doméstico como industrial, así como promover iniciativas de economía circular

Sin embargo, no hay que menospreciar los cambios que empiecen por uno mismo. A la espera de un sistema mejor, cambiar nuestros hábitos de consumo es el primer paso para conseguir una oferta más sostenible, que atienda a nuestras demandas y a las de la salud del planeta.


 

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