Dr. Enrique de Porres

Dr. Enrique de Porres, consejero delegado de ASISA

"La sanidad privada es un elemento esencial del sistema sanitario español"

En pandemia, la sanidad privada dio ejemplo de su compromiso para atender a los afectados de la Covid. ¿Cree que desde los órganos de dirección de la política sanitaria han recibido poca atención? 

El problema no está en la atención por parte de las administraciones, sino en los términos en los que se produce el debate sobre el papel de la sanidad privada, casi siempre lastrado por cuestiones ideológicas y apriorismos que se alejan de la realidad. La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de la sanidad privada como un elemento esencial del sistema sanitario español en el que confían millones de ciudadanos y que actúa con una gran responsabilidad. Sería bueno asumir esta realidad y, a partir de ella, construir un debate más productivo y centrado en trazar la mejor estrategia posible para aprovechar las capacidades de la sanidad privada al servicio del bienestar de todos los ciudadanos.

Solo ASISA atendió a más de 100.000 pacientes por Covid-19 en su red asistencial, muchos de ellos derivados por la sanidad pública ¿Qué deberíamos aprender de este periodo?

La lección fundamental es que los recursos sanitarios son limitados y dar respuesta a las crisis sanitarias de gran magnitud exige la coordinación de todos los dispositivos sanitarios de un país, los públicos y los privados, porque todos integran el sistema sanitario. Esta lección debe ser de gran valor a la hora de planificar el futuro del sector sanitario, especialmente en una situación de incremento de costes como la que ya está provocando esta crisis. Además, la pandemia ha demostrado el compromiso de los grupos sanitarios privados con la sociedad y, específicamente, la colaboración que hemos prestado a las autoridades sanitarias nacionales y autonómicas. Así debe seguir siendo en el futuro si queremos fortalecer y preparar nuestro sistema sanitario frente a cualquier adversidad.

¿Cuáles son los retos que debe afrontar el sector de la salud?

El gran reto es hacer frente al incremento de los costes asistenciales consecuencia de diferentes factores, entre ellos: el cambio en la morbilidad, el desarrollo tecnológico, la evolución demográfica y la confianza en la capacidad resolutiva de la medicina. El progresivo envejecimiento de la población provoca un aumento de la cronicidad que alarga los tratamientos en el tiempo y que nos está obligando a transformar nuestro sistema, aún muy centrado en la enfermedad aguda. A la vez, los avances tecnológicos nos van a permitir transitar hacia una medicina más personalizada y de mayor precisión, que elevará la exigencia de la demanda y repercutirá en el alza de los costes. Eso nos obligará a realizar un gran esfuerzo financiero, formativo, etc. Adaptarnos a este desafío implica contar, por una parte, con modelos más eficientes de organización y gestión de los servicios asistenciales, para hacer un uso más eficiente de los recursos; y, por otra, aumentar la concienciación sobre las ventajas de la prevención en salud.

¿Debe adaptarse el sistema a una nueva situación en que gran parte del gasto sanitario se produce al final de la vida?

El envejecimiento de la población, junto al incremento de la cronicidad, es un reto para todos los sistemas sanitarios del mundo desarrollado. En el caso del seguro privado de salud actual, la prima se calcula en función del riesgo asociado a la edad, de forma que, indirectamente, se expulsa, por el alto coste, a las personas mayores cuando más lo pueden necesitar. Deberemos avanzar hacia otro modelo basado en la introducción de planes a más largo plazo que puedan suscribirse con primas niveladas durante su vigencia, o en el desarrollo de alternativas de seguros colectivos, sin exclusión por riesgo, con financiación mixta resultado de la colaboración público-privada.

El envejecimiento de la población, junto al incremento de la cronicidad, es un reto para todos los sistemas sanitarios del mundo desarrollado

ASISA cerró 2020 con un crecimiento del 4,28% tras un año muy complicado por la pandemia. ¿Cómo valora estas cifras?

Los resultados del 2020 fueron muy positivos teniendo en cuenta que fue un año muy complicado. Continuamos creciendo en los ramos en los que tenemos presencia, avanzamos en nuestra estrategia de diversificación multirramo, e incrementamos nuestra cartera de clientes. Además, seguimos reforzando nuestra red asistencial propia, en la que hemos invertido más de 415 millones de euros desde 2010. Como mejor garantía de nuestro compromiso institucional con la calidad de la asistencia y con la dignidad del ejercicio profesional de nuestros facultativos. Dimos, también, un paso significativo en la implantación de nuevas herramientas de telemedicina para garantizar el acceso a los profesionales y a los pacientes durante el confinamiento. Esfuerzo que mantenemos en 2021. Seguimos creciendo, a pesar de que estamos afrontando un fuerte incremento de costes vinculado con las medidas de protección que precisa la pandemia y con el impacto que su presencia ha originado en la atención del resto de patologías. Esta trayectoria de crecimiento continuado, aún en épocas de crisis, demuestra que las empresas de base cooperativa tienen una capacidad creciente de desarrollo en un mundo necesitado del esfuerzo solidario basado en valores que las caracteriza.

¿Qué significa para el sector la renovación de Muface?

El nuevo concierto debe servir para seguir avanzando en la consolidación del mutualismo administrativo como un elemento esencial de la colaboración público-privada al servicio de la salud de los ciudadanos. ASISA siempre ha defendido este modelo porque está bien configurado desde el punto de vista jurídico y tiene un encaje perfecto en nuestro sistema sanitario, al que dota de una alternativa organizativa y de gestión más flexible y dinámica que la general.

El nuevo concierto comporta un incremento de las primas.

La realidad es que la prima, a pesar de la subida del 10% que se alcanzará en 2024, sigue siendo insuficiente para garantizar la viabilidad del modelo a medio y largo plazo, porque la financiación del mutualismo administrativo está demasiado alejada de la media del presupuesto por persona del resto del  Sistema Nacional de Salud (SNS), a pesar de mantener las mismas exigencias de cobertura de la cartera de servicios del SNS. Pretender hacerlo con mayor exigencia en las condiciones de acceso y de rapidez en la respuesta, que el propio SNS con cerca de un 40% de diferencia en el gasto real, resulta un esfuerzo descomunal que aboca  a una situación financiera muy difícil para el futuro del modelo.

¿Qué beneficios aporta el mutualismo administrativo?

El mutualismo administrativo es un factor vertebrador de nuestro sistema sanitario que introduce un factor de calidad y competitividad, tanto asistencial como de gestión. 

El acuerdo llega tras la propuesta de Unidas Podemos de desmantelar el futuro de la atención sanitaria a funcionarios a través de mutualidades para integrarlos en el régimen general. ¿Cuáles son los riesgos de esta propuesta que el Gobierno parece haber desactivado al menos hasta 2024? Además de 800 millones de sobrecoste directo para la sanidad pública, desaparición de la oferta privada en numerosos territorios...

La desaparición del mutualismo administrativo provocaría un terremoto en nuestro sistema sanitario con consecuencias inmediatas, tanto económicas como sociales, además de las sanitarias. El IDIS ha cuantificado recientemente en un informe este impacto. En primer lugar, el sistema público tendría que asumir la atención sanitaria directa de 1,8 millones de ciudadanos, con un coste de unos 900 millones de euros anuales, sin tener en cuenta las inversiones necesarias en infraestructuras para asumir la atención de este nuevo colectivo. Y en segundo lugar, las aseguradoras perderían una parte de sus clientes, con el impacto fiscal que dicho cese de actividad provocaría, que el IDIS cifra en más de 30 millones de euros, y con la destrucción de una parte de la red asistencial privada que en algunas zonas, donde representa la mayor parte del volumen del mercado asegurador privado, podría desaparecer. Alrededor de 40.000 profesionales de la sanidad privada podrían perder su empleo y un porcentaje importante de los centros asistenciales privados de esas demarcaciones podrían tener los días contados. Otra consecuencia inmediata sería el incremento de la presión asistencial en los centros públicos, con el consiguiente aumento de las listas de espera y de los índices de ocupación hospitalaria. A partir de este análisis, parece evidente que el mutualismo administrativo es un bien común que debemos preservar. 

La crisis económica del 2008 y especialmente la del Covid-19 ha puesto en jaque el sistema sanitario. ¿Es más necesaria que nunca la colaboración público-privada para lograr un sistema de protección social para hacerlo más sólido, resiliente y eficaz? 

Fomentar la colaboración público-privada es una necesidad para seguir manteniendo nuestro Estado del Bienestar. No somos un país tan rico como para permitirnos mantener dos sistemas, uno público y uno privado, aislados entre sí. La crisis ha acelerado los problemas que desde hace ya tiempo manifestaba nuestro sistema de protección y nos ha situado en un nuevo escenario que debemos aprovechar para impulsar un nuevo modelo, mucho más integrado, que combine la fortaleza del sistema público con el dinamismo y la capacidad de innovación del sector privado, que permita movilizar de manera coordinada todos los recursos disponibles y en el que participemos todos los actores que, de una u otra manera, nos dedicamos al cuidado de las personas.

Enrique de Porres (Madrid, 1947) es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en traumatología y cirugía ortopédica. Inició su trayectoria laboral como traumatólogo de la Seguridad Social y, en 1989, fue nombrado adjunto al presidente de LAVINIA-ASISA y patrono de la Fundación Espriu. Ocupa el cargo de consejero delegado de LAVINIA-ASISA desde 2003.

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