“Los avances técnicos deben ser un instrumento para humanizar, no un fin”
Los nuevos avances tecnológicos deben acompañarse de una reflexión desde la ética.
De entre las fortalezas que han aflorado durante la pandemia hay dos muy relevantes, según el doctor Fernando Bandrés. “Una es la respuesta de los profesionales sanitarios, que han elevado a una categoría extraordinaria la palabra profesionalidad.” La otra ha sido la respuesta tecnológica. “Si lo comparas con la época del VIH, en el caso del Coronavirus SARS-CoV-2, en pocas semanas teníamos su genoma, ciertas pruebas de diagnóstico y tecnologías desde el punto de vista asistencial en las UCI.” Y si algo ha puesto de manifiesto esta pandemia es “una fortaleza tecnológica que nos va a permitir crear la atención sanitaria del siglo XXI”.
Y aunque “tecnologizar es un verbo que hay que conjugar”, asegura el doctor, aplicar la tecnología en las residencias de ancianos, las consultas o la atención domiciliaria mejorará la atención sanitaria. “Hay quien piensa que la tecnologización es solo aplicar la técnica. No es así. Los avances técnicos deben ser un instrumento para humanizar aún más la atención sanitaria, no un fin”, sostiene Bandrés, que cita al físico, filósofo de la ciencia y humanista argentino Mario Bunge, que restituyó en la década de los setenta el concepto de tecnoética, una disciplina filosófica que trata de la valoración moral de los fines y usos de la ciencia y la técnica. “Hasta hace poco, la ciencia era observación científica y experimentación, pero ahora tenemos acceso a información científica nueva. Esto supone un nuevo concepto cultural que, si no lo profundizamos desde el punto de vista ético, lo convertiremos en uso y abuso de una técnica determinada”, critica.
Anemia experiencial
Los médicos del futuro están mucho más preparados que los actuales, pero “les falta algo que yo tengo: años. Tienen anemia experiencial en un tiempo en el que todo ocurre a gran velocidad. Tras la pandemia veremos cómo organizamos el potencial humano, con una mayor colaboración interprofesional en el uso de la tecnología”. Por eso, “es necesaria una renovación de los valores”, añade el doctor Bandrés.
El reto de la genética
La genética se dio a conocer en el año 2000 con el descubrimiento del genoma humano. “Había grandes expectativas pero ahora estamos dando marcha atrás en la terapia génica, porque hablar de medicina predictiva solo en términos genéticos es un error”, afirma el doctor Fernando Bandrés. “Se habla de medicina personalizada, pero una persona no es su genoma sino una biografía. Por eso creo que se ha mitificado el genoma”, reconoce.
La Unión Europea ya advirtió en 2015 que la medicina personalizada no se basa en el genoma sino en los hábitos de vida o el entorno social del paciente. “Es una suma de muchas cosas y la genética debe colocarse en su lugar, porque tiene un gran futuro pero supone grandes retos éticos”, explica el experto, que se pregunta: “¿Se debe hacer todo lo que se podría? Yo creo que, en este momento, no si no pasa por un criterio de precaución y un principio de análisis de prudencia, pero también de pertinencia”, concluye.
La colaboración interprofesional, necesaria
“La tecnociencia ya no es propiedad de los médicos, los científicos y los investigadores, porque gestores, políticos e inversores deben entrar en un diálogo para determinar si una tecnología es pertinente, equitativa y mejora la calidad de vida”, afirma el doctor Bandrés. Y es que considera que el nivel de complejidad que ha alcanzado el sistema es muy alto “y la pandemia ha hecho aflorarlo a una velocidad increíble”. Desde marzo del 2020, “hemos tenido que tomar decisiones de un día para otro, pero cuando pase este período veremos que hemos logrado una capacidad tecnológica notable que nos ha permitido una mirada de futuro nueva con un cambio total de la atención sanitaria”. Porque “cambiarán los modelos de gestión, el tipo de prestación, los análisis de costes, la pertinencia del uso de tecnología o la cultura sanitaria de la ciudadanía. Pero no en un año o dos, ya se ha puesto en marcha”.
“Neohumanizar” la medicina del futuro
Para el doctor Bandrés, “rehumanizar es una palabra que suena mal porque no estamos en un estado de deshumaninación. Yo hablaría de la necesidad de neohumanización”. ¿Y cómo hacerlo con alta tecnología y digitalización? “Ahora un médico de primaria ve a un paciente en tres minutos. La digitalización me permite que cuando paso consulta ya me he leído la historia clínica del paciente y puedo hablar con él diez minutos gracias a la pantalla, o saber más detalles de él porque, por ejemplo, tengo un software que valora su tono de voz o puedo ver gestos de dolor en su cara”.
Según Bandrés, “la tecnología no anulará la relación del clínico con sus pacientes, al contrario, la mejorará y en vez de ver al paciente cuatro veces, tres de ellas por cuestiones burocráticas, podré estar más tiempo con él a través de internet. En términos éticos, este modelo de relación clínica pasa obligatoriamente por hacer aflorar el principio de la honestidad”.
Derecho a morir o cuidados paliativos
El pasado mes de diciembre, el Congreso de los Diputados aprobó la proposición de ley orgánica de regulación de la eutanasia, que convierte el derecho a morir en una prestación del Sistema Nacional de Salud (SNS). El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos ya se pronunció sobre el asunto afirmando que eso supone avalar por ley que la eutanasia es un acto médico, lo que “es contrario a nuestro Código de Deontología Médica y contradice los posicionamientos de la Asociación Médica Mundial”. También denuncian que “en ningún momento se ha solicitado nuestra comparecencia oficial”.
Para Bandrés, “se ha hecho de manera excesivamente rápida. Yo antes hubiera potenciado muchísimo los cuidados paliativos. Parto de la premisa que la gente, en su gran mayoría, no quiere morir sino vivir de otra manera cuando la situación es irreversible. Acepto que puede haber casos especiales, pero las leyes se hacen para una mayoría”, afirma el doctor.
Además, asegura Bandrés, “me gustaría saber la opinión de los juristas sobre el derecho a la muerte y el de delegar la responsabilidad a un sanitario. Yo pediría una modificación de la norma para que en la toma de decisión estuviera conmigo el político que votó a favor y un jurista. Y eso pasa en un entorno en el que los sanitarios venimos ejerciendo un estado de medicina defensiva”, concluye.