Una década para el envejecimiento saludable
La esperanza de vida en el mundo ha aumentado igual que el número de personas mayores, una evolución que supone retos y oportunidades económicas y sociales.
La población mundial envejece. La noticia no es buena ni mala, sino una evolución de nuestra sociedad. La parte positiva es que la esperanza de vida ha aumentado en todos los países del mundo y muchas de las enfermedades que en el pasado eran mortales hoy se curan o son crónicas. Sin embargo, el envejecimiento de la población nos enfrenta a muchos retos. Por este motivo, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió declarar el periodo 2021-2030 como la Década del Envejecimiento Saludable, que lidera la Organización Mundial de la Salud. La iniciativa pretende aunar los esfuerzos de gobiernos y ciudadanos para llevar a cabo una “acción concertada, catalizadora y colaborativa a lo largo de diez años, orientada a promover vidas más largas y saludables”, explican desde la ONU. El objetivo es reducir las desigualdades en materia de salud y mejorar la vida de las personas mayores y de sus familias.
Más mayores de 65 años
Las cifras indican que la evolución cada vez es más rápida. A escala global, según datos del Banco Mundial, en 2019 los mayores de 65 años eran el 9,10% de la población mundial, y el porcentaje se ha duplicado en las últimas seis décadas. Es decir, hemos pasado de 150 millones de personas mayores de 65 años en 1960 a 697 millones en 2019. Si ponemos el foco en Europa, la evolución es similar y ya hemos multiplicado por dos el 12% que había en 1950. Además, las proyecciones indican que en 2050 más del 36% de la población europea tendrá más de 65 años, según el Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE).
En España, cuatro de las diez regiones europeas más envejecidas en 2050 serán Zamora, León, Asturias y Ourense, según Eurostat. Los datos los corrobora el Instituto Nacional de Estadística: en 2021, España registró un nuevo máximo de envejecimiento y ya se contabilizan 129 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. La modernización del país, un mayor bienestar económico y las mejoras en el ámbito sanitario son algunas de las causas. Y es que, a principios del siglo XX, la población española tenía una esperanza de vida al nacer de 35 años, mientras que hoy está por encima de los 83. La tercera más alta del mundo, solo superada por las de Suiza y Japón.
El envejecimiento de la población no es nuevo, aunque ahora es más acelerado. En todo el mundo, desde 1950, ha aumentado de forma considerable la esperanza de vida, lo que supone una mejora en la supervivencia de las personas mayores. Además, también ha habido una notable reducción de la fertilidad en estos años, a causa de las malas perspectivas de empleo o de las bajas expectativas salariales de las mujeres. Por todo ello, los expertos prevén que los niveles de natalidad y mortalidad seguirán bajando en la primera mitad del siglo XXI. Cabe destacar que España, junto a Portugal, Grecia e Italia, se encuentra entre los diez países del mundo con menor natalidad.
Japón lidera el listado
Esta evolución hacia unas sociedades más envejecidas afecta a todo el mundo, aunque empezó en los países con altos ingresos, como Japón, donde el 30% de la población ya tiene más de 60 años. Actualmente los cambios ya se ven en los países de ingresos bajos y medianos. De ahí que los expertos vaticinen que en 2050 dos tercios de la población mundial de más de 60 años vivirá en estos últimos países.
Todo ello supone un reto para la sociedad, porque aumentará el número de personas jubiladas y se reducirá el porcentaje de los que tienen edad para trabajar. En el informe “Perspectivas de la población mundial” del 2019, la ONU ya advierte de que “el descenso en la proporción de población en edad de trabajar está ejerciendo presión sobre los sistemas de protección social”. Y es que la relación de apoyo potencial, que compara el número de personas en edad de trabajar con los mayores de 60 años, se reduce en todo el mundo. En Japón ya es de 1,8 y para 2050, se espera que 48 países, sobre todo en Europa, América del Norte y Asia oriental y suroriental, las cifras se sitúen por debajo de dos. Es decir, por cada dos o menos trabajadores habrá una persona jubilada. Esto significa un gran impacto sobre el mercado laboral y una gran presión fiscal que tendrán que afrontar muchos países para desarrollar y mantener sistemas públicos de atención médica, de pensiones y protección social para las personas mayores.
Menos trabajadores
Según el CENIE, “es crítico que la proporción de personas que trabajan y que pueden ofrecer atención a las personas mayores se está reduciendo, y todo ello se agrava a medida que aumenta la cantidad de personas que necesitan atención. Este desequilibrio entre la demanda y la oferta, que conduce a la escasez de enfermeras y otros proveedores de atención profesional, ya está desafiando a los países de rápido envejecimiento como España o Portugal”. Además, advierten de que “el aumento de la demanda de atención también requerirá importantes recursos financieros”.
En Europa se prevé que el gasto en atención sanitaria y en pensiones aumentará 2,3 puntos porcentuales para 2040. En los últimos 40 años, el gasto sanitario en España se ha incrementado en casi 3,2 puntos hasta alcanzar el 8,1% del PIB. De hecho, en 2005, el gasto medio per cápita de las personas de 65 a 74 años duplicó el gasto medio de la población total, y el de las personas de más de 75 años casi lo triplicó.