Estocolmo por tierra, mar y aire
Estocolmo ofrece un amplio y atractivo abanico de planes por tierra, mar y aire que la hacen ideal para una escapada.
Un célebre atraco a un banco de la ciudad en 1973 dio nombre al síndrome de Estocolmo, un término que hoy en día aún define a los rehenes que caen a nivel psicológico en las garras del secuestrador hasta el punto de ponerse de su lado y no querer despegarse de él. Pero bien podría aplicarse a la fascinación que la capital sueca suele ejercer en el visitante. Es difícil no caer en las redes del encanto de la acuática urbe, construida sobre un total de catorce exuberantes islas conectadas por puentes y plagada de efervescentes propuestas gastronómicas, culturales y deportivas.
Sobrevolar en globo uno de los archipiélagos más espectaculares de Europa, dormir en una antigua prisión, desmelenarse en el karaoke del Museo ABBA, recorrer la ciudad en lancha motora o apuntarse a un tour criminal en la capital de la novela negra: Estocolmo ofrece un amplio y atractivo abanico de planes por tierra, mar y aire que la hacen ideal para una escapada.
Una interminable oferta de tours acuáticos
El agua es omnipresente en Estocolmo, así que cualquier excusa es buena para apuntarse a un paseo marítimo. Se puede escoger entre surcar las aguas bajo los puentes de la ciudad, montarse en un vehículo anfibio que puede desplazarse tanto por agua como por tierra, o bien en uno de los barcos veloces que recorren la Ciudad Vieja, Djurgården, y las islas de Fjäder- holmarna. Otras opciones son las pequeñas lanchas que bordean los palacios reales y el Museo de Historia Natural; o el paseo que preferirán los más madrugadores, que se realiza a primera hora de la mañana.
La inmensa mayoría de los recorridos tienen una duración de entre una y tres horas y parten del centro de la ciudad, pero existe otra posibilidad interesante: optar por el billete Hop On Hop Off, que permite realizar una cantidad ilimitada de viajes durante 24 horas. Si lo que queremos es descubrir la capital sueca desde el aire, estamos de suerte, porque es una de las pocas ciudades del mundo que está permitido sobrevolar en globo. El vuelo dura aproximadamente una hora y se suelen servir copas de champán a bordo y/o un picnic de despedida al aterrizar. Otra opción para los que gusten de las alturas y puedan permitírselo es descubrir el archipiélago a bordo de un helicóptero.
Los planes más originales
En cuanto a tierra firme, no te olvides de visitar sus atractivos imprescindibles, como el Palacio Real, con sus opulentas estancias, y el fascinante Museo Vasa, donde el protagonista absoluto es un imponente buque que naufragó en 1628 en su viaje inaugural. Tras pasar siglos bajo las aguas, lo rescataron y se ha convertido en un tesoro artístico único, que se compone en un 98% de piezas originales del barco y centenares de esculturas talladas.
Más allá de los planes típicos, encontrarás otros de lo más originales. A los aficionados a la novela negra les encantarán los paseos tras las huellas del crimen: Stieg Larsson, Henning Mankell y Maj Sjöwall & Per Wahlöö son solo algunos de los grandes maestros de la novela negra que han hecho de la ciudad la capital mundial de este género. La ciudad ha capitalizado este interés y organiza tours que recorren algunos de los escenarios más emblemáticos de las novelas.
Pero si lo que se buscas es diversión asegurada, no hay que dejar de pasar una mañana frenética en el colorido e interactivo Museo ABBA: es posible grabarse en vídeos cantando y bailando, disfrazarse y triunfar con el karaoke. Entre sus curiosos objetos, destaca un piano que está conectado a otro ubicado en la casa de uno de los integrantes del famoso grupo, Benny. De este modo, cuando el músico toca en su casa, los visitantes pueden escucharle en directo desde el museo.
Dormir en una antigua prisión
A la hora de escoger alojamiento, pocos más extravagantes que el Hotel Lanholme. Construido en el siglo XIV, fue una de las primeras cárceles de la capital, hasta que, en 1975, cerró sus puertas y reabrió año más tarde como inédito alojamiento. ¿El inconveniente? Las habitaciones, como es fácil imaginar, son bastante pequeñas.
No hay que irse tampoco sin degustar algunas de las especialidades de la gastronomía sueca, como el kottbullar, un plato tradicional con pequeñas albóndigas preparadas con cebolla, carne de cerdo y res y fritas en manteca; o el råraka, una crepe preparada con caviar y patatas. Otra delicia local es el smörgåsbord, un bufé libre completísimo con más de 40 platos que incluyen arenques, salmón, patés y pan casero, y que se sirve en gran cantidad de restaurantes de Estocolmo. Perdérselo sería un auténtico pecado.