
Cómo diferenciar un lunar normal de un posible melanoma
Para detectar el melanoma en sus fases iniciales es esencial reconocer a tiempo la aparición de nuevos lunares, o cualquier cambio en los ya presentes en la piel
Llega el verano y, como cada año, la exposición solar vuelve a estar en el centro del debate. Y es que pasar más tiempo al aire libre implica una mayor exposición a los rayos ultravioleta, lo que puede tener efectos directos sobre nuestra piel. En este contexto, es importante recordar que los lunares pueden aumentar en número o modificar su aspecto con la radiación solar. La piel, nuestro órgano más extenso y visible, merece una atención constante; estar alerta ante cualquier cambio en su aspecto no es solo una cuestión estética, sino de salud. El melanoma puede confundirse con un lunar común, por eso, aprender a distinguirlo es fundamental para una detección temprana y un tratamiento eficaz.
¿Qué es un melanoma?
El melanoma es la forma más agresiva de cáncer cutáneo. Se origina en los melanocitos —las células responsables de producir melanina— y aparece con mayor frecuencia en áreas de la piel que hayan sido expuestas al sol. A menudo, la primera señal de alarma es la presencia de un lunar atípico en cuanto a colores, forma y tamaño. En sus fases iniciales, el melanoma permanece limitado a las capas más superficiales, pero si no se detecta a tiempo puede infiltrarse en la dermis y provocar metástasis. Existen diferentes tipos de melanoma, y el melanoma de extensión es el más común; se caracteriza por ser una lesión plana que suele aparecer en brazos, piernas o torso.
El ABCDE del melanoma
Para distinguir un melanoma de un lunar común, debemos usar la regla mnemotécnica del ABCDE. No es necesario que se presenten todas; en muchos casos, basta con identificar una sola de estas alteraciones para acudir a una consulta médica.
En definitiva, conocer los factores de riesgo, proteger la piel frente al sol y aplicar la regla ABCDE para autoevaluar nuestros lunares nos proporciona una ventaja decisiva: la detección precoz. Ante la mínima sospecha, consultar al dermatólogo evita que un problema localizado se convierta en un riesgo para todo el organismo. La prevención está al alcance de cada uno; cuidar nuestra piel hoy es invertir en salud para el futuro.