
El acceso universal a los fármacos
Durante décadas, la disponibilidad de los fármacos ha estado limitada a ciertos países, una situación que ha mejorado notablemente gracias a iniciativas como la creción de la Lista de Medicamentos Esenciales de la OMS.
Durante tiempo, los tratamientos de salud y los fármacos han dependido, en muchas sociedades, de los medios económicos y la clase social. Hoy, por fortuna, cada vez más sistemas sanitarios en el mundo garantizan la universalidad en el acceso a los denominados medicamentos esenciales. Tal como informa la Organización Mundial de la Salud (OMS), dichos fármacos son los encargados de tratar las necesidades prioritarias en materia de atención de la salud de la población. Por esta razón, deben estar, en todo momento, disponibles, ser asequibles y tener una calidad garantizada.
Desde 1977, la OMS publica, cada dos años, una lista de medicamentos esenciales. La primera incluía unos 200 fármacos. La última, publicada en 2023, incluye más de 500 (entre ellos, 361 para niños). La finalidad es orientar a los países en su labor de elaborar y actualizar sus respectivos listados nacionales. En la actualidad, 150 países en todo el mundo cuentan con este tipo de documentos basados en el modelo de la OMS.
Tal como explican Fernando Antezana y Xavier Seuba en el ensayo Medicamentos esenciales: Historia de un desafío, después de la inmunización y la promoción de hábitos saludables, las listas de este tipo de fármacos fundamentales ha sido una de las medidas más eficaces para mejorar la salud pública. Al mismo tiempo, esta política basada en establecer unos criterios sobre qué fármacos son imprescindibles nace, en parte, como respuesta a la sobreabundancia de productos que podemos encontrar en el mercado, en muchos casos meras denominaciones comerciales de medicamentos prácticamente iguales unos a otros.
Sea como sea, lo cierto es que el número de fármacos patentados que figuran en la lista modelo ha aumentado con los años, pasando de 17 sobre un total de 319 (5%) en 2003 a 82 sobre un total de 502 (16%) en 2023.
En respuesta a la amenaza cada vez mayor que plantea la resistencia a los antibióticos, la guía de la OMS introdujo la clasificación AWaRe (de access, watch y reserve; es decir, acceso, precaución y último recurso), que orienta sobre el uso empírico de antibióticos esenciales para más de 30 infecciones clínicas en entornos comunitarios y hospitalarios. Esta clasificación ha sido la base de unas directrices más amplias acerca de la prescripción y el consumo de los antibióticos, lo que ha contribuido a optimizar su uso.
La lucha por la universalidad de los fármacos continúa
Pese a los avances, todavía persisten varias dificultades para acceder a los fármacos fundamentales. La disponibilidad y la asequibilidad son algunos de los problemas más destacados. Los tratamientos contra el cáncer y otras enfermedades no transmisibles tienen un elevado coste que puede llegar a poner en dificultades los sistemas de salud.
Según los datos del Observatorio Mundial de la Salud correspondientes al periodo 2010-2019, los medicamentos representan entre el 20% y el 60% del gasto en salud de los países en desarrollo. Casi un 90% de esta población debe adquirirlos abonando su coste, lo que provoca que se conviertan en el principal gasto de las familias después de la alimentación.
Ante esto, la OMS recomienda introducir o fortalecer políticas “que reduzcan el gasto del propio bolsillo en medicamentos y tecnologías de la salud”. También invita a desarrollar políticas que aseguren el mantenimiento de las reservas suficientes de productos esenciales, mejorando estructuras en la adquisición y la cadena de suministro; una cuestión que se revela esencial especialmente en situaciones de crisis sanitaria global, como la que vivimos con la irrupción de la pandemia de la COVID-19.