El papel de las mujeres en el ejercicio de la medicina
La feminización de las profesiones sanitarias en España es uno de los acontecimientos más notorios del sector en las últimas dos décadas.
Muchas cosas han cambiado desde que, en 1882, la catalana Dolors Aleu se convirtió en la primera mujer en España que obtuvo el título de Medicina. Hoy, cualquier persona que tenga la oportunidad de visitar una facultad de ciencias de la salud podrá comprobar que las alumnas son mayoría en las aulas. El año pasado, un informe elaborado por el Ministerio de Educación situaba la cifra de mujeres que eligen estudiar Medicina en un 68,7%. En la Biomedicina la cifra se eleva hasta el 75% y en Bioquímica llega al 65,8 %. Los alumnos varones, por su parte, continúan optando con más frecuencia por carreras relacionadas con la tecnología, como Informática (un 87%) o Telecomunicaciones (un 77%); un sector académico y profesional en el que la paridad parece aún una asignatura pendiente.
Hay diversas razones que explican este cambio de tendencia en el mundo sanitario, que de hecho empezó hace ya bastantes años. Por supuesto, la principal tiene que ver con las transformaciones que ha ido experimentando la sociedad española, de forma progresiva, hacia la igualdad de oportunidades. La historiadora de la ciencia Teresa Ortiz-Gómez, demostró, cotejando cifras del INE (Instituto Nacional de Estadística), en el estudio Las mujeres y la actividad científica en los siglos XIX y XX (1999), que la primera mitad de la década de los noventa fue un periodo clave, cuando se produjeron crecimientos continuados cercanos al 5%, que provocaron que, ya en 1995, hubiera un 61,80% de alumnas inscritas en las facultades de medicina.
Como bien explica la doctora Silvia Martínez Nadal, pediatra y adjunta en Neonatología en el Hospital de Barcelona, “muchas jóvenes de mi generación fuimos educadas en la plena igualdad. En mi caso, la medicina fue mi vocación desde bien pequeña. Así que cuando llegó el momento de elegir estudios universitarios, no tuve ninguna duda sobre cuál debía ser mi camino”. Ciertamente, el factor vocacional juega un papel muy relevante en la profesión médica. En palabras de la doctora Lídia Martínez Fijo, médica adjunta del Servicio de Cirugía General del Hospital de Barcelona, “muchas mujeres tienen más desarrollada que los hombres la capacidad de cuidar, de preocuparse por los demás, y eso influye en la decisión de optar por el sector sanitario. En mi caso, el deseo de contribuir a la sociedad me llevó a plantearme primero la cooperación internacional, lo que finalmente hizo que me decantara por la medicina”.