‘The producers’: vuelve el clásico de culto de Mel Brooks

‘The producers’: vuelve el clásico de culto de Mel Brooks

‘The Producers’ se ha convertido en el musical más premiado de la historia. Ahora, tras arrasar en Barcelona, aterriza en Madrid la versión adaptada por Àngel Llàcer y Manu Guix.

POR Salomé Lagares | 12 Abril 2024

En el último lustro, la dupla formada por Àngel Llàcer y Manu Guix ha traído algunos de los musicales más célebres de la historia a los escenarios nacionales. Empezando con su adaptación de La jaula de las locas en 2018, han ido encadenando éxitos con el delirio irreverente de La tienda de los horrores (2019) y la magia indiscutible de Cantando bajo la lluvia (2021). 

Al observar esta estela triunfal, su nueva propuesta se antoja a la vez como una inevitabilidad y una apuesta algo arriesgada: The Producers, la singular sátira firmada por el legendario cineasta Mel Brooks, estrenada como filme en 1967 y llevada al teatro en 2001.


Un timo convertido en éxito

A primera vista, el argumento parece sencillo: Max Bialystock (interpretado por Armando Pita), un productor de teatro arruinado cuyas obras no hacen más que quebrar, descubre gracias a su histriónico y reprimido contable, Leo Bloom (Ricky Mata), que, si recauda una gran cantidad de fondos para producir una obra pésima y la saca adelante por un presupuesto mucho inferior, puede embolsarse el dinero extra con seguridad cuando la cancelen tras pocas actuaciones, ya que Hacienda nunca investiga los shows que fallan. 

Así, Bialystock y Bloom, reconvertido en productor neófito, se acometen a encontrar el peor guion jamás escrito y a producir el mayor fracaso de la historia de Broadway. 

El texto resulta ser Flores a Hitler, una oda al Führer escrita por un ex-Nazi exiliado que se dedica a criar palomas (Jose Luis Mosquera), y la manera de convertirlo en un desastre incluso mayor es reclutar a Roger de Bacle (Àngel Llàcer/Oriol Burés), afectado, volátil y testarudo, como director

Escena del musical 'The producers'

Es fácil intuir cómo gran parte de su mordacidad y genialidad, de los elementos que hacen de The Producers una pieza cautivadora e increíblemente divertida, son precisamente también los que la convierten en una obra atrevida y divisiva, y una propuesta algo audaz para Llàcer y Guix: el elenco de personajes excéntricos y ridículos, la satirización de un personaje como Hitler, el metacomentario sobre los intríngulis de la industria teatral... 

El propio Mel Brooks admitió en una entrevista con Vanity Fair en 2004 que “la vieron en las grandes ciudades, pero, ¿iba la gente de Kansas a entender lo que suponía recaudar el 1.000% [del presupuesto] para montar un espectáculo de Broadway?”.  

 

De Brodway a Barcelona y Madrid

La misma preocupación podría trasladarse al público español, pero cualquier inquietud se acalla al contemplar la grandiosidad del proyecto: con un coste de 2,7 millones de euros, una ambiciosa escenografía a dos niveles, un equipo de 24 actores y bailarines y una orquesta en directo, The Producers es el show más grande que han montado Llàcer y Guix, y, durante sus 6 meses de representaciones en Barcelona, se convirtió en uno de los musicales más vistos de la temporada.    

Su triunfo es consecuencia del sello de calidad en que el dúo ha convertido sus nombres, pero también de lo espectacular de la propuesta en concreto y de lo bien que se acomoda a su visión creativa: la obra es tanto iconoclasta como una celebración del teatro, escandalosa y consciente de sí misma a la vez. 

Ahora, con 12 semanas de funciones (de momento) en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid, The Producers tiene la oportunidad de afianzar el éxito conseguido en la Ciudad Condal y consolidarse como medalla en la banda que viste este equipo teatral.

 

Una comedia avanzada a su tiempo

El germen del guion original fue, precisamente, el musical ficticio: Flores a Hitler. Es la respuesta provocativa que dio Mel Brooks cuando un periodista le preguntó cuál iba a ser su próximo proyecto. 

Poco después, Brooks se obsesionó con abandonar la televisión, medio en el que había hecho carrera casi exclusivamente, y Flores a Hitler se convirtió en el proyecto que le permitiría dar el salto al cine

Por su tono, la historia se topó con muchísimos noes, pero un cambio de nombre le consiguió los síes necesarios: de Sidney Glazier y Joseph Levine, productores, y de sus estrellas, Zero Mostel y el todavía poco conocido Gene Wilder

Para entonces, Brooks estaba tan incrustado en el ADN de la película que nadie más podría haberla dirigido, y lo que siguió fue un rodaje de absoluto espanto, con un apretadísimo presupuesto y calendario y choques de egos constantes amenazando con dinamitar completamente el film

A pesar de todo, la película superó los obstáculos hasta llegar a los cines, pero fracasó estrepitosamente en taquilla. El tiempo, sin embargo, la ha laureado, alcanzando progresivamente el estatus de clásico de culto por su innegable agudez, su humor adelantado y las actuaciones de Mostel y Wilder, interpretaciones cómicas imprescindibles.

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