Una afición sana para nuestra salud mental
Los psicólogos coinciden en destacar los beneficios que pueden tener las aficiones en nuestra vida. El coleccionismo mejora la memoria, la atención o la capacidad de observación, además de fomentar la creatividad. Y también nos hace más felices
Cromos, chapas, monedas, sellos, discos… Muchas personas empiezan a coleccionar algún tipo de objeto desde la infancia. Se trata de una actividad beneficiosa para niños y niñas, que estimulan la curiosidad y la creatividad, pero también para gente mayor, que trabajan la memoria y les permite socializar con otras personas con los mismos intereses. El coleccionismo es una práctica beneficiosa para personas en cualquier franja de edad. Jordi Sans, presidente de la Asociación Catalana de Coleccionismo, explica que, si bien el perfil del coleccionista es intergeneracional, los gustos son distintos: “los jóvenes coleccionan Pokémon, y personas más mayores, sellos o vitolas. Piensa que los jóvenes ya no envían cartas ni fuman puros”.
Ya sean monstruos virtuales o puntos de libro, coleccionar mejora ciertos procesos mentales, a través de la organización y la observación de los elementos que se recopilan. De hecho, en el mismo proceso de sumar nuevos objetos a la colección, estos se organizan y se categorizan. Esto contribuye a la memoria y a la retención. Y mejor memoria y mejor retención se traducen a un mejor trabajo y hábitos de estudio. Además, coleccionar algo te motiva a buscar conocimiento sobre los objetos que forman parte de la colección.
Dos de las ramas más extendidas del coleccionismo son la numismática y la filatelia. A través del estudio de monedas y sellos se puede aprender historia, arte, literatura… El doctor Gregorio Medina, que colecciona sellos desde los 15 años y que realizó un trabajo durante la carrera sobre la historia de la medicina representada en los sellos, cuenta que: “hay muchos médicos que somos filatélicos. Algunos los coleccionan por países, otros por temática o incluso a partir de unos años en concreto”.
El coleccionismo también mejora las habilidades de observación y atención. Si te apasiona lo que coleccionas, siempre estarás en busca de nuevos objetos para añadir a tu colección. Quién sabe dónde encontrarás esos objetos (mercados de intercambio, tiendas, páginas de internet…). Otro beneficio, que se amplía a los hobbies en general, es que contribuye a reducir el estrés. Cuando nos centramos en algo, no estamos pensando en todas aquellas cosas que nos preocupan en nuestro día a día. Los hobbies, y el coleccionismo en particular, nos proporcionan un espacio seguro, un lugar donde relajarnos. Y aunque cada cual vive las aficiones a su manera, el coleccionismo nos abre las puertas a socializar si así lo queremos. Hay multitud de clubs, asociaciones y eventos donde conocer personas que compartan la pasión por ciertos objetos en particular. A partir de un interés común, pueden surgir amistades.
Punto de encuentro
Jordi Sans explica que desde la Asociación se promueven y facilitan encuentros de intercambio: “Los coleccionistas no nos aburrimos. Incluso durante la pandemia y el confinamiento mantuvimos viva la llama. Una de las cosas más bonitas es que nos vinculamos los unos con los otros, ya que cuando nos vamos de viaje a menudo pensamos ‘este me ha pedido este objeto, a ver si se lo traigo’”. El doctor Medina explica que: “Antes no teníamos televisión y nos entreteníamos con los sellos. Hay quien se iba a jugar al fútbol y los más tranquilos nos poníamos a coleccionar. Con el tiempo también se convirtió en una forma de ahorro, pues hay quien invierte”.
Muchos coleccionistas cuentan que personas que no comparten su afición les preguntan por su utilidad. Sin embargo, el coleccionismo no tiene por qué tener una utilidad manifiesta más allá de hacer feliz a quien lo practica. Y si algo nos hace felices, ¿no es ya algo útil? Según varios estudios, las personas felices son más productivas y suelen sentirse con más energía. Lo sabe bien Jordi Sans, que habla con orgullo de su colección de bolsas de avión para mareos, que tiene perfectamente clasificada en álbumes: “Realmente se puede coleccionar cualquier cosa. Unos conocidos coleccionan etiquetas de queso. Incluso viajaron a Bélgica, donde hay devoción por este tema, para sumar nuevas etiquetas a su colección”.
Con todo, los beneficios saludables siempre pasan por vivir la afición desde una perspectiva sana, alejada del acaparamiento sin control. Y también puede ser que no todo el mundo se sienta atraído por esta práctica: “Si la gente que se jubila ahora no ha sentido nunca ganes de coleccionar nada, difícilmente se engancharán a ello”, explica Sans. Por su parte, el doctor Medina concluye: “Dado que hay tantos médicos que compartimos la afición a coleccionar sellos, animo a que nos organicemos para facilitar intercambios. ¡La revista Compartir podría convertirse en punto de encuentro!”.