Fenómenos extremos que afectarán a nuestra salud
En los últimos 60 años, la frecuencia de los desastres naturales relacionados con fenómenos meteorológicos extremos se ha más que triplicado en todo el mundo y las proyecciones indican que seguirán en aumento. Cada año esos desastres causan más de 60.000 muertes, sobre todo en los países en desarrollo, según la OMS. En 2011 se registraron 332 desastres naturales en 101 países, que fueron la causa de más de 30.770 muertes y de más de 244 millones de personas afectadas, según la OMS. Estos desastres naturales provocan efectos directos a corto plazo como lesiones físicas y fallecimientos, pero también hay que tener en cuenta sus consecuencias en el tiempo en los medios naturales, como el agua y el suelo. Porque las inundaciones pueden arrastrar contaminantes y sustancias químicas de las instalaciones industriales, aguas residuales y aguas de alcantarillado que contaminarían el agua potable y las tierras de uso agrícola.
La Agencia Europea de Medio Ambiente recuerda los efectos de las inundaciones que devastaron Bosnia y Herzegovina, Croacia y Serbia en 2014, que dejaron más de sesenta muertos y 2,5 millones de personas afectadas. Muchos hospitales se inundaron y se redujo la capacidad de los servicios sanitarios para hacer frente al desastre y atender a los pacientes que ya tenían. Otra secuela de la catástrofe son los problemas de salud a largo plazo, como el estrés de las personas desplazadas que perdieron su hogar.
Por otra parte, un alto porcentaje de las zonas del sur de Europa sufren de estrés hídrico porque la variabilidad extrema de las precipitaciones afecta a la disponibilidad y al suministro de agua de consumo, lo que empeora las condiciones de calidad y aumenta los riesgos para la salud. Los expertos calculan que en 2100 el cambio climático duplicará la frecuencia de las sequías extremas que multiplicarán por seis su duración media.
Además, la falta de lluvias provocará una disminución de la productividad agropecuaria de hasta un 50% en algunos países de África, por lo que crecerán los casos de desnutrición y malnutrición, que actualmente causan 3,5 millones de muertes al año. La escasez de agua dulce también puede poner en peligro la higiene y aumentar el riesgo de enfermedades diarreicas, que cada año provocan aproximadamente 760.000 defunciones de menores de cinco años, indica la Organización Mundial de la Salud.