La revolución del teletrabajo
La pandemia nos ha dado a conocer nuevas herramientas para teletrabajar, pero debe haber una regulación de ámbito europeo y español, y un pacto entre empresas y trabajadores.
Mark Zuckerberg anunció que Facebook cancelaba todos los eventos y reuniones de más de 50 personas hasta junio de 2021. Una medida para luchar contra el Covid-19 que han seguido muchas otras compañías internacionales. También es una forma de ahorro ante la perspectiva de crisis económica. Las herramientas digitales que tenemos a nuestro alcance facilitan esta decisión porque si algo hemos aprendido de la pandemia y del estado de alarma es que podemos estar en cualquier parte del mundo con un solo clic. Google Hangouts, Jitsi, Skype, Zoom, Microsoft Teams o GoToMeeting son solo algunas de las plataformas digitales que nos permiten mantener videollamadas con cualquier persona esté donde esté. Ya existían, pero su uso durante la pandemia se ha multiplicado. Zoom Video Communications, por ejemplo, ha visto como sus usuarios han subido de 10 a 300 millones en tan solo cinco meses.
La pandemia ha acelerado tres años la digitalización de empresas y hogares, y ha provocado cambios en el trabajo, en el consumo y en el ocio. Unos cambios que se quedarán. Es el caso del teletrabajo, cuyo crecimiento hace que los expertos se pregunten si estamos ante una revolución. Algunas de las grandes empresas en las economías desarrolladas ya han dicho que lo que era un gran proyecto piloto se convertirá en la forma habitual de organizar el mercado laboral. “Pero la idea de que ha llegado el fin de la oficina es exagerada. La Organización Internacional del Trabajo estima que el 27% de los trabajadores en los países de altos ingresos podrían teletrabajar desde su casa. Esto no significa que seguirán trabajando a distancia”, afirman desde la ONU.
Lo que sí es cierto es que las empresas reducirán un 30% la superficie de sus oficinas por el auge del teletrabajo, según la consultora inmobiliaria Laborde Marcet. Además, “la ubicación estratégica de oficinas y locales comerciales ha pasado a ser prioritaria por encima de la superficie”. Y eso es también una de las consecuencias del cambio en los hábitos de consumo, ya que, según la misma consultora, “el auge del comercio electrónico hace que los retailers traten de equilibrar sus recursos para maximizar ventas, combinando su presencia en las principales calles comerciales con el e-commerce”.
En 2019, el 8,3% de los trabajadores en España recurrían a la opción de trabajar desde casa, habitualmente o de forma ocasional, una cifra claramente inferior a la media de la Unión Europea (16,1%). Sin embargo, un estudio de CaixaBank Research sostiene que “un 32,6% del total de los empleados en España podría potencialmente llevar a cabo su trabajo en remoto”.
Cambios en el trabajo
Para ello es necesaria una normativa que no existe. El Gobierno anunció en junio que ultima regular por ley el teletrabajo y quiere que las empresas compensen los gastos de los empleados. También aboga por fijar los tiempos máximos de trabajo y los mínimos de descanso. Estas son algunas de las reivindicaciones de expertos como José Mª Ramada, médico del trabajo, en el Parc de Salut Mar, miembro e investigador del Centro de Investigación en Salud Laboral (CiSAL) y profesor del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra. Advierte, en primer lugar, de que “el teletrabajo debe ser conceptualmente voluntario, porque el trabajador tiene derecho a decidir si su domicilio personal reúne los requerimientos necesarios para trabajar desde casa en las condiciones adecuadas”.
Para el experto, “se ha mejorado mucho la situación y se han puesto a disposición de los trabajadores nuevas herramientas, pero al inicio de la pandemia no estábamos preparados. En el pico de la crisis, “no se aplicaba la regulación laboral, la gente trabajaba a todas horas y esto no es teletrabajo. Sí lo es el trabajo organizado, estructurado, con medios adecuados y un horario establecido que permita compatibilizar vida personal y laboral”.
Dicho esto, y “ante la falta de una directiva europea que pueda trasladarse a la normativa española, empresas y trabajadores deberían pactar sobre los horarios concretos, sobre quién pone los medios de producción y cómo se establecen los mecanismos de comunicación con la dirección de la empresa”, añade Ramada. Por parte de los trabajadores, “estos deben generar una nueva forma de trabajar, se tienen que respetar los horarios y reorganizar un espacio de trabajo en casa que permita cierto grado de aislamiento, con una mesa y una silla adecuadas”.
“Creo que el teletrabajo es una forma de ser productivo, de incorporarse al mundo laboral fantástica si está regulada”, afirma el experto. “De la misma manera que se evalúan los riesgos en las empresas deberían evaluarse en casa de cada trabajador, como el riesgo ergonómico de estar sentados tantas horas en sillas que no son adecuadas o el exceso de exposición a las pantallas de ordenador. Si lo logramos, el teletrabajo es una magnífica alternativa que puede resolver muchos problemas, sea en situación de pandemia o no. Por ejemplo, puede hacer compatible la vida laboral y personal de muchos trabajadores que tienen que hacerse cargo de familiares”, concluye el experto.
Consumo, escuela y ocio se reinventan
En las primeras semanas de la pandemia, el consumo de las familias alcanzó cifras récord, especialmente en el canal online cuando fueron más de un millón los hogares que optaron por él. A día de hoy, la compra por internet no cesa y sus cifras parecen consolidarse en la horquilla del 70-90% de incrementos semanales respecto a esas mismas semanas en 2019. Y es que muchos de los compradores ganados durante la crisis sanitaria han llegado para quedarse, apuntan desde Nielsen.
Los centros educativos también han tenido que reinventarse durante la pandemia y algunos de los cambios se quedarán. La digitalización de las aulas se ha acelerado, pero es necesario desarrollar un modelo de escuela muy flexible que responda de forma ágil a cualquier situación sanitaria. Pero también hay que tener en cuenta la brecha digital. De un día para otro las clases dejaron de ser presenciales a hacerse online, dejando atrás al 9,2% de los hogares con niños que carecen de acceso a internet, lo que representa que cerca de 100.000 hogares no pueden conectar a la red.
El confinamiento disparó el consumo de plataformas en streaming hasta las 45,6 horas semanales, según un estudio de las compañías Nielsen y Dynata. Pero los que han vivido sus días dorados han sido los eSports, las ligas de juegos on ine como League of Legends o Fortnite, que han ayudado a pasar el confinamiento a los jóvenes de 15 a 30 años. Y es que el consumo de videojuegos online en España solo en abril aumentó más de un 75%.