La voluntad de superación mueve montañas
ASISA se suma por tercer año consecutivo al Reto Pelayo Vida, apostando así por el fomento de la prevención y la detección precoz para combatir los diferentes tipos de cáncer que afectan a las mujeres.
En 2015, el escritor Eric Frattini se encontró, en Brasil, con su amigo Luís Miguel Rocha. Este le confesó que le dolía intensamente la barriga, algo a lo que en principio no dieron demasiada importancia. Ese mismo año, Rocha falleció de cáncer de estómago. La noche en que le anunciaron su fallecimiento, Frattini vio en la televisión una entrevista con una mujer que había padecido cáncer de mama, agravado por una obesidad mórbida. El médico le recomendó que hiciera ejercicio y la paciente, a base de fuerza de voluntad, acabó corriendo la maratón de Nueva York.
Este testimonio encendió la chispa creativa del escritor. “¿Y si llevamos a mujeres que hayan padecido cáncer a afrontar retos de alta montaña?”, se dijo. Dicho y hecho. Frattini explicó su idea –que era también un tributo al amigo desaparecido– a Pelayo Seguros y estos decidieron apoyarle para que su sueño se hiciera realidad. Nacía así un proyecto que ha ayudado a muchas mujeres con cáncer a recuperar la ilusión y tener un nuevo objetivo en sus vidas.
En 2023, la novena edición del Reto Pelayo Vida ha llevado a cinco mujeres que han superado la enfermedad hasta la Patagonia. Además, ASISA ha sido, un año más, patrocinador de esta iniciativa que busca sensibilizar a la sociedad y a las instituciones de la importancia de invertir en investigación y fomentar la detección precoz y los cribados. Entre las protagonistas del asceso está Yolanda Cerezo, una arquitecta que fue diagnosticada de un cáncer de mama cuando faltaban quince días para que cumpliera cincuenta años. Como su cáncer tenía un pronóstico complicado, tuvo que superar diversos tratamientos que hicieron mella en su salud. “Para mí fue esencial seguir haciendo deporte”, explica. Cerezo consiguió ser seleccionada para el reto junto a otras dieciocho aspirantes para unas pruebas intensivas en Sierra Nevada. De allí, salieron las cinco seleccionadas que empezaron otro entrenamiento de 30 semanas dirigido por Rocío Monteoliva. Esta guía de alta montaña se sumó encantada al proyecto, convencida de que “el deporte ayuda mucho a los pacientes con cáncer: regenera a nivel hormonal y psicológico, haciéndonos segregar endorfinas”.
Laura Villa, por su parte, acababa de salir de la cuarta operación de cirugía cuando llegó a Sierra Nevada. El reto sirvió para que la salud de esta maestra de escuela se recuperara de forma casi milagrosa. Como ella misma explica, “pasé del infierno al paraíso en pocos meses. Yo me ahogaba subiendo escaleras, y en la Patagonia mi mente se encontró con mi cuerpo”. Cuando le diagnosticaron un cáncer con tan solo treinta y cinco años y dos hijos, su primera obsesión fue cuidar de su entorno más próximo. Pero durante el reto, pudo concederse un momento a sí misma, y compartir experiencias con otras mujeres que habían pasado por experiencias similares a las suyas.
Para Cerezo esta ha sido “una experiencia de vida irrepetible. He tenido la suerte de participar en algo maravilloso, estrechando lazos con mis compañeras para transmitir esperanza a otras personas”, nos dice. Ella compara un proceso de cáncer con la ascensión a una montaña: “Es un trayecto duro en el que hay momentos de dolor; un dolor que al mismo tiempo te recuerda que estás viva. Hay que seguir kilómetro a kilómetro para poder llegar a la cima”.
Villa está convencida de que haber recorrido montañas y glaciares a temperaturas extremas ha servido para lanzar un importante mensaje a la sociedad: “Hay vida antes del cáncer y después del cáncer; y también hay mucha vida durante el cáncer”. Ahora confiesa que vive cada momento con mayor intensidad que antes de la aparición de la enfermedad. Como ella misma cuenta, “a mí el cáncer no me quita el sueño. No temo a una posible recaída. Lo que me da más miedo es vivir la vida sin sentirla del todo”.
Las cinco protagonistas de la 9a edición
Anna Blanco
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Anna Blanco, 45 años, de Ontinyent pero vecina de Gandía (Valencia). En una revisión ginecológica anual normal le detectaron unas células alteradas. Se trataba de un adenocarcinoma con infiltración en el útero. Pasó por dos cirugías. Periodista y comunicadora, es madre de dos hijos y ama la montaña. “Cuando el cáncer me dio esta segunda oportunidad, aprendí a priorizar lo realmente importante y a sonreír por cada buen momento”.
Yolanda Cerezo
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Yolanda Cerezo, 53 años, de Madrid. Arquitecta, casada y madre de tres hijos. En julio de 2020 le detectan un cáncer de mama, en plena pandemia, y en paralelo a otro diagnóstico en su familia, el de su padre, que falleció por este motivo. Pasó por cirugía, quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia. El deporte y correr fueron su tabla de salvación durante el tratamiento. “Correr, las endorfinas, la naturaleza,…para mí ha sido la forma de ver que tu cuerpo no te ha abandonado”.
Laura Villa
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Laura Villa, 39 años, de Teruel. En 2020, con 36 años, se notó un bulto en el pecho que las pruebas confirmaron como un carcinoma bastante agresivo. Ha pasado por cuatro operaciones, quimioterapia e inmunoterapia. Maestra de educación especial, infantil y primaria, se interesó por el reto cuando una amiga le envió un vídeo del Reto Pelayo Vida justo antes de su primera operación: “La vida son momentos y no hay que esperar a estar bien para ser feliz”.
Sonia Saiz
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Sonia Saiz, 38 años, de Santander. En enero de 2015, con 30 años recién cumplidos, le detectaron un cáncer de mama bastante agresivo. Pasó por quimioterapia y radioterapia, así como una mastectomía. Enfermera quirúrgica de profesión, practica montaña, espeleología y barco dragón, recomendado para prevenir el linfedema y molestias en el hombro. “Me parece increíble la experiencia de poner al límite nuestra capacidad de superación”, nos dice.
Inmaculada ‘Kica’ Echanove
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Inmaculada ‘Kica’ Echanove, 46 años, de Toledo. La vida ha puesto a prueba a menudo su capacidad de resiliencia. Es madre de dos hijos, y quedó viuda cuando éstos tenían 3 y 7 años. Como enfermera de geriatría, tuvo que afrontar la durísima pandemia de la COVID y cómo golpeó a los más mayores. Le detectaron un cáncer de mama en mayo de 2021 y la enfermedad, dice, le hizo ver que “llevaba toda la vida cuidando a otros, pero no sabía cómo cuidarme a mí misma.“