La necesidad de romper el techo de cristal
Las cifras revelan que alcanzar la paridad en todos los ámbitos sigue siendo un reto para la profesión médica. Sin embargo, justo es reconocer que se ha avanzado de modo considerable.
Por fortuna, los viejos tiempos en los que, en el sector sanitario, la mujer estaba muy presente en el campo de la enfermería, pero mucho menos en el de la medicina, han quedado atrás. Desde hace tiempo, encontramos a mujeres en todas las posiciones y áreas de los cuadros médicos, aunque, como apunta la doctora Martínez Nadal, “los hombres aún tienen tendencia a elegir especialidades más intervencionistas, como las que suponen práctica quirúrgica habitual, y las mujeres son clara mayoría en pediatría, por ejemplo”.
La doctora Lourdes Fernández de Bobadilla, especialista en cirugía general y aparato digestivo y coordinadora de la Unidad de Mama de HLA Universitario Moncloa, afirma que “si bien es cierto que mientras en especialidades médicas la participación femenina llega al 70%, hay publicaciones que revelan que en las especialidades más quirúrgicas el porcentaje es algo menor, pero llegando casi al 50%, así que está claro que las mujeres van incorporándose a lo que realmente les gusta”. Sea como sea, estas viejas inercias se van abandonando con la incorporación de nuevas generaciones: por ejemplo, cuando la doctora Sánchez Molina empezó la residencia de Urología, hace más de una década, era la única mujer en esa especialidad. Ahora, en muchos hospitales las urólogas son mayoría.
La Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME) presentó, en diciembre de 2022, un estudio pionero titulado Mujeres en Medicina en España (WOMEDS) que analizaba en qué porcentaje las médicas alcanzan posiciones de liderazgo en cuatro ámbitos distintos: la asistencia sanitaria, la participación en organizaciones profesionales (como sociedades científicas, congresos médicos o colegios profesionales), el mundo académico y la investigación. Los resultados, recopilados durante el periodo 2019-2021, pueden considerarse en parte esperanzadores. Al mismo tiempo, reflejan que aún queda mucho trabajo por hacer.
Pese a ser mayoría en muchos centros sanitarios (en junio de 2021, el 61% de médicos de la asistencia pública en España eran mujeres), el famoso “techo de cristal” sigue vigente. Como explicó en la presentación del estudio Beatriz González, catedrática en Economía de la Salud, existe aún un bajo porcentaje de mujeres responsables de servicio, que oscila entre el 20,3% de Andalucía y el 46,7% de Navarra. Las cifras de las jefas de sección van del 24,8% de Aragón al 53,2% de Navarra.
En Cataluña, el estudio mencionado de Metges de Catalunya confirma que un 53% de las consultadas asegura que los cargos de responsabilidad de su centro de trabajo están ocupados por hombres. Lo cierto es que l’Institut Català de la Salut, con una plantilla formada por un 75% de mujeres, tan solo cuenta con un 30% de estas profesionales en posiciones de dirección o liderazgo. Esto implica renunciar a mucho talento, especialmente si tenemos en cuenta –como bien apunta la doctora Sánchez Molina– que “las mujeres suelen ser especialmente constantes y estudiosas, así que es habitual que consigan tener los mejores currículums” de sus promociones.
Las cifras revelan que alcanzar la paridad en todos los ámbitos sigue siendo un reto para la profesión médica. Sin embargo, justo es reconocer que se ha avanzado de modo considerable. Las cifras de mujeres que, todos los años, entran en nuestras universidades confirman que la vocación de las estudiantes por la medicina se mantiene firme. Lo mismo ocurre con las que ya están ejerciendo. Cuando preguntamos a las entrevistadas qué harían si hoy tuvieran que volver atrás para decidir qué carrera estudiar, todas ellas lo tienen claro: la medicina volvería a ser su primera opción.