
10 maravillas naturales de las Islas Canarias
Las ocho islas que conforman el archipiélago están plagadas de paisajes singulares. Diez imprescindibles para viajar a este destino.
1Mares de dunas danzando al ritmo del viento, bosques ancestrales de lujuriosa vegetación, rojizos paisajes volcánicos y piscinas naturales de aguas verde esmeralda: los atractivos naturales de las Islas Canarias son inabarcables. Con sus cuatro parques nacionales y siete reservas de la biosfera, no es extraño que el archipiélago esté considerado como uno de los ecosistemas más valiosos del mundo.
Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, La Palma, La Gomera y El Hierro conforman un calidoscopio de escenarios llenos de contrastes. Desde Lanzarote, un breve trayecto en ferri lleva al viajero hasta otro paraíso aún más remoto: La Graciosa, uno de los últimos rincones del continente donde todavía no hay carreteras asfaltadas.
Ya sea descubriendo sus paisajes volcánicos, boscosos o desérticos haciendo senderismo o bien en coche, visitar las islas es siempre una aventura. Como lo es también surcar sus aguas para llegar a pintorescos pueblos pesqueros y recónditas cuevas, avistando por el camino delfines y cetáceos.
Las 10 maravillas naturales de las Islas Canarias

Teide, Tenerife
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Con sus 3.718 metros, es el pico más alto de España, además del más visitado; también es patrimonio mundial de la hmanidad por la Unesco. Si hay algo que es imperdonable en un viaje a Tenerife es no visitar el Teide. Tres millones de turistas al año lo convierten en el parque nacional más visitado de España y Europa, que puede recorrerse a pie gracias a una extensa red de senderos, mediante rutas autoguiadas o de la mano de guías oficiales. No hay que perderse el teleférico, que nos llevará hasta el célebre mirador para disfrutar de una panorámica que quita el aliento.

Parque Nacional de Garajonay, La Gomera
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Un bosque encantado, salido de un cuento de los hermanos Grimm, o bien de una escena de Jurassic Park: el Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, vale por sí mismo un viaje a esa pequeña isla canaria. La naturaleza se impone con ferocidad en este bosque, cuyo mayor tesoro es la laurisilvia, antiguos árboles semejantes al laurel, frondosos y de un verde intenso. Abundante hace millones de años, actualmente solo sobrevive en un puñado de enclaves en el mundo, y uno de los más destacados es esta reserva protegida que forma parte de las 4.000 hectáreas del parque.

Parque Rural de Anaga, Tenerife
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Senderismo, mountain bike, paseos a caballo... hay múltiples formas de disfrutar del Parque Rural de Anaga, que se alza a escasos minutos de Santa Cruz de Tenerife. Cuenta con más de 14.000 hectáreas que se extienden por los municipios de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife y Tegueste, y en las que, además de una imponente cordillera de escarpadas cumbres, encontraremos vertiginosos barrancos, roques (antiguas chimeneas volcánicas) y lo más impresionante: un tupido mar de nubes que parece sumergir al viajero en un hipnótico mundo onírico.

Porís de Candelaria, La Palma
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Con sus cielos estrellados, sus playas de arena negra y sus exuberantes bosques, La Palma, bautizada merecidamente como la isla bonita, es un destino que crea adicción. Uno de sus rincones más especiales es Porís de Candelaria, un pueblo pesquero enclavado en una cueva que conforma una estampa única. Se trata de un conjunto de coquetas casitas blancas que los habitantes de la isla construyeron en una cueva de 50 metros de altura hace un siglo. Para llegar, hay que dirigirse a Tijarafe a través de una serpenteante carretera, o bien apuntarse a una de las excursiones en barco que se detienen en este enclave.

Faro de Maspalomas, Gran Canaria
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De Gran Canaria se suele decir -con justicia- que es un auténtico continente en miniatura, en el que se dan cita todo tipo de paisajes y climas. Uno de los musts es la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, un espacio natural de gran valor que incluye El Palmeral, La Charca y Las Dunas. Enclavada entre el mar y la arena, La Charca es refugio de innumerables especies que descansan durante sus viajes migratorios a África. Junto a ella se asienta el mar de dunas que, a merced del viento, va mudando su aspecto creando un espectáculo visual que atrae cada año a legiones de viajeros.

Charco Manso, El Hierro
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Con su ritmo pausado, su tierra volcánica, sus exuberantes bosques y sus reservas marinas, no hay duda de que El Hierro desprende una energía especial. Sus abruptas costas esconden infinidad de espacios de baño que quedarán grabados en la retina del viajero, como las piscinas de La Caleta y La Maceta o los espectaculares Charco Azul y Charco Manso. En este último, al que llegaremos recorriendo una sinuosa carretera rodeada de paisajes volcánicos, la naturaleza ha formado, de manera caprichosa, cuevas, arcos y pequeñas piscinas que conforman una estampa sin igual.

Caleta de Fuste, Fuerteventura
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Árida y desértica, Fuerteventura cuenta con las playas más bellas de las Canarias -que ya es decir-, que la convierten en un verdadero paraíso para los surfistas, pero también para los amantes del senderismo y de quienes disfruten de la tranquilidad. Entre las imprescindibles destacan la playa de Cofete, con una interminable extensión de arena, o la del Bajo de la Burra, conocida por sus rodolitos, que tienen una curiosa forma de palomitas. Al sur de la isla se encuentra otra de las más espectaculares, la Caleta de Fuste, cuyas rocas volcánicas forman una piscina natural con aguas de un intenso color verde esmeralda.

Viñedos en La Geria, Lanzarote
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La volcánica Lanzarote, con sus rojizos paisajes lunares y ferozmente azotada por el viento, está plagada de rincones mágicos. Uno de ellos es el Parque Natural Protegido de La Geria, que impacta con sus curiosísimos viñedos, con pequeños muros de tierra volcánica que resguardan las vides que darán vida a la malvasía. Acoge a una veintena de bodegas, algunas de ellas con siglos de actividad a sus espaldas. Además de visitas guiadas, ofrecen otras propuestas de enoturismo como maridajes, degustaciones de vino o bien senderismo entre volcanes y viñedos.

Avistar delfines y cetáceos
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Durante todo el año, en Canarias se pueden avistar fácilmente múltiples especies de delfines y cetáceos; se trata de uno de los mejores destinos del continente para ello. Hay incontables empresas que ofrecen excursiones para ir al encuentro de estos animales; con un amplio abanico de precios y servicios; si queremos ver las grandes ballenas migratorias, la temporada es de noviembre a abril.

Gastronomía canaria
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Cada una de las islas tiene sus delicias gastronómicas particulares, pero hay algunos platos que encontraremos en todas ellas. El gofio, una variedad de harina de maíz o de millo tostada artesanalmente; y las papas arrugadas con mojo picón, que se toman como entrante y también como acompañante de carnes y pescados, son dos de las propuestas omnipresentes en todas las cartas de los restaurantes de las islas.