Mujer leyendo en un jardín en la sombra, con precaución a la exposición solar.

Cómo disfrutar del sol sin quemarte

Durante el verano es importante adaptar las rutinas y los hábitos a la exposición al sol y a las nuevas condiciones ambientales y prevenir así problemas de salud.

POR Àngela Zorrilla | 03 Julio 2025

El verano ya está aquí y, con él, el sol, el astro rey en su mayor esplendor. Para que la salud no sufra, es indispensable aprender a convivir con él con medidas de protección adecuadas; así, los rayos solares aportarán dosis de vitamina D, importante para la salud ósea, y también mejorarán el estado de ánimo gracias a la secreción de serotonina. 

Pero, en caso de no protegernos, el sol puede provocar manchas, aparición de arrugas e incluso enfermedades más graves como el cáncer de piel, que es el más frecuente en España. Y más allá de estos efectos, la exposición solar excesiva puede ocasionar problemas oculares como fotoqueratitis, conjuntivitis u ojo seco.  

El gran peligro, las quemaduras

Para evitar las quemaduras solares es crucial proteger la piel con una crema solar adecuada y aplicarla siempre que sea necesario. Eulàlia Baselga, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y médica consultora de Assistència Sanitària, recuerda que, a su vez, es importante “protegerse con ropa de algodón tupida y de colores oscuros”. Buscar la sombra, evitar tomar el sol en las horas centrales del día e hidratarse continuamente son otros buenos hábitos que hay que incorporar en verano. Si pese a estas medidas preventivas se sufre una quemadura, Baselga recomienda el uso de tratamientos antiinflamatorios, que “ayudan a minimizar la aparición de ampollas”. Y, paralelamente, aplicar sobre la piel productos que calmen las molestias derivadas de las quemaduras, “sobre todo el picor inicial”.

Prevenir estas quemaduras es vital para la salud porque están relacionadas con la aparición de melanomas. 

Prevención y cuidado de la piel

Este tipo de cáncer de piel se diagnostica en cerca de 80.000 personas en España y “está vinculado con estas quemaduras, aunque se hayan producido en la infancia”, señala Baselga. De hecho, el riesgo de melanoma en la edad adulta se duplica si en la infancia o adolescencia se sufrieron quemaduras solares. Para prevenir el melanoma, hay que prestar especial atención a los lunares o manchas. Ante cualquier cambio de color, tamaño, forma o borde, se debe consultar con un experto en dermatología.

Durante la infancia, son los adultos los que deben aplicar las cremas fotoprotectoras a los pequeños. Baselga insiste en que “hay que educarlos en unos buenos hábitos respecto al sol, de igual manera que se enseña a comer bien o a ser responsable con los deberes”. Es importante enseñar el uso de fotoprotectores, pero también que se acostumbren a “usar gorras con visera, a buscar la sombra y a no perseguir que la piel se ponga morena”, añade. Alerta, además, que la piel tiene memoria y que todos los excesos que se cometan desde pequeños tendrán consecuencias el día de mañana.

Por otro lado, es indispensable cuidar la temperatura y evitar los golpes de calor, que se producen cuando la temperatura corporal se eleva 40 grados o más. Sus síntomas son confusión, irritabilidad, delirio, náuseas, vómitos, piel enrojecida o respiración rápida, y puede darse a cualquier edad, siendo los niños y las personas mayores los más propensos. 

Cómo cuidar tu salud ocular

La sociedad se ha ido concienciando de la importancia de proteger su piel durante el verano. Pero no ocurre lo mismo en cuanto a los ojos. La radiación solar acelera el envejecimiento ocular, igual que sucede con la piel y, además, incrementa el riesgo de padecer patologías como cataratas, conjuntivitis, ojo seco o degeneración macular asociada a la edad, que es, hoy día, una de las causas de ceguera irreversible más importantes a partir de los 60 años. 

El Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas alerta de que, en verano, la exposición solar prolongada incrementa hasta en un 25% el riesgo de sufrir enfermedades oculares.  

Para asegurar una buena salud ocular en verano, es aconsejable utilizar gafas de sol de calidad. Es decir, que bloqueen los rayos ultravioletas A, B y los infrarrojos; que estén homologadas y cumplan con los controles sanitarios. También es importante hidratarlos con lágrimas artificiales y así evitar la excesiva sequedad ocular que suele provocar el calor o el uso de los aires acondicionados. 

¿Qué crema protectora es la más adecuada?

El principal consejo es que su índice de protección solar sea alto: lo recomendable como mínimo son 50 SPF. Baselga explica que “una protección 50 significa que una persona puede estar expuesta cincuenta veces el tiempo que su piel necesita para ponerse roja”. Además, los fotoprotectores han evolucionado mucho y, en la mayoría de casos, opina la experta, “ya no es necesario aplicarlos 30 minutos antes de la exposición al sol porque se absorben casi de forma inmediata”.

Comprar cremas que prometen un bronceado exprés es peligroso, ya que generalmente “tienen sustancias dañinas para la piel y no protegen adecuadamente de los rayos UV. Más bien, pueden propiciar quemaduras”, puntualiza. Y recuerda que todas estas medidas también deben aplicarse los días nublados: “Tenemos la sensación de que no nos toca el sol y es un error porque, en realidad, las nubes filtran muy poco la radiación solar”. 

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