Dieta saludable al aire libre.

¿Es buena idea hacer dieta en verano?

Iniciar una dieta en verano puede ser beneficioso si se hace con equilibrio. La abundancia de frutas y comidas frescas ayuda, pero también hay riesgos de caer en restricciones poco saludables.

POR Sílvia Cardona | 03 Julio 2025

El concepto dieta se asocia instantáneamente a la pérdida de peso y, en la mayoría de ocasiones, evoca regímenes hipocalóricos (aquellos que se basan en la restricción de calorías). Sin embargo, seguir este tipo de dietas produce diversas reacciones en el cuerpo, que cuenta con mecanismos para protegerse ante la falta de alimento a través de un sistema homeostático que busca el mantenimiento del peso corporal, como la disminución del metabolismo y el aumento de la sensación de hambre.

Entonces, ¿qué hay que hacer para perder peso de forma efectiva y sostenida? Lo primero es reducir o eliminar aquellos alimentos altamente procesados (snacks, refrescos, bollería, salsas comerciales, etc.). En cambio, se recomienda incluir platos a base de verduras, legumbres, frutas o granos enteros, que inducen la saciedad. Para aumentar la masa magra y prevenir la disminución del metabolismo es crucial realizar ejercicio físico de fuerza y estar físicamente activos. 

Huyendo de la dieta milagro

Con la llegada del buen tiempo, aparece una avalancha de mensajes, dietas y productos orientados a la operación bikini. Las dietas milagro o de moda no promueven la adherencia ni resultados a largo plazo, más bien lo contrario, pero tienen una gran penetración, especialmente a través de las redes sociales. La evidencia científica afirma que muchas de estas pueden crear patrones disfuncionales en relación con la comida, así como deficiencias nutricionales. Según la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN), algunas de las principales características de las dietas fraudulentas para perder peso son:

  • Garantizan y prometen resultados rápidos.
  • Dan afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de reputación reconocida.
  • Incluyen relatos, historias o testimonios para aportar credibilidad.
  • Contienen listados de ingredientes buenos y malos.
  • Exageran o distorsionan la realidad científica de un nutriente o alimento.
  • Incluyen o se basan en el consumo de preparados que vende quien promueve el tratamiento dietético.
  • Los preparados a consumir tienen un coste muy elevado en comparación con el valor económico de obtener los mismos resultados comiendo alimentos comunes.
  • Suelen desligarse de los posibles efectos adversos de su uso con frases parecidas a: “El autor o el fabricante no se responsabiliza de…”.
  • Usan recomendaciones basadas en un único estudio.

¿Dieta en verano?: pros y contras

A la hora de empezar una dieta en verano, existen aspectos que pueden tanto facilitar como dificultar la adherencia a la misma. 

Principales ventajas:

  • Mayor cantidad de tiempo libre. Usualmente hay más disponibilidad para organizarse, hacer la compra, planificar menús semanales, cocinar, etc. Todo ello favorece la implementación de hábitos alimentarios saludables.
  • Gran variedad de alimentos frescos de temporada. Con el calor es muy común que apetezcan platos más ligeros (bajos en calorías) y refrescantes. Abundan ingredientes frescos y de temporada como frutas y verduras, además de recetas como ensaladas, gazpacho y otras cremas frías, batidos de fruta, etc.
  • Ejercicio al aire libre. Ya hemos visto la importancia de acompañar la dieta de actividad física. En verano, es más fácil poder realizar actividades al aire libre (pasear, correr, patinar, ir en bici, nadar, hacer senderismo, etc.). A la vez, nos exponemos a la luz solar, imprescindible para la síntesis de vitamina D. 

 

Principales inconvenientes:

  • Adaptación de las comidas fuera de casa. En verano, es habitual picar más entre horas, comer helados, comida rápida, así como aumentar el consumo de alcohol y bebidas azucaradas. Además, ir a restaurantes a menudo implica comer platos más copiosos y postres dulces. Los fritos pueden estar elaborados con aceites vegetales reutilizados, por lo que acaban siendo más proinflamatorios e indigestos.
  • Menos rutina. Esta época del año se caracteriza por tener más horas de sol, lo cual tiene un impacto en los horarios. Por ejemplo, hay una tendencia a retrasar las comidas. La falta de rutina también puede dificultar la implementación de nuevos hábitos, ya que algo que ayuda mucho a conseguirlos es establecer relaciones entre una acción que hacemos de forma inconsciente (un hábito instaurado) con el que queremos adquirir.
  • Más planes sociales que giran en torno a las comidas. Esto suele ser un gran inconveniente a la hora de seguir una dieta específica. Los excesos y tentaciones del aperitivo, los chiringuitos de playa o las diferentes fiestas y celebraciones pueden resultar muy difíciles de evitar. 

 

Iniciar una dieta en verano puede ser una oportunidad para habituarse a consumir alimentos frescos y preparar recetas ligeras, ricas en fibra, vitaminas y minerales. Pero es fundamental evitar caer en el seguimiento de dietas muy restrictivas que, a la larga, tendrán un efecto contraproducente en la pérdida de grasa y el mantenimiento del peso. 

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