Marrakech

48h. en Marrakech

Hechizante, fotogénica y caótica, la ciudad roja es el más cercano de los viajes exóticos y una escapada perfecta para un fin de semana. Este año es Capital Africana de la Cultura 2020, por lo que habrá que estar atentos a la programación cultural y a los eventos especiales, muchos de ellos vinculados a artistas del continente.

Una exótica bienvenida

Un aire cálido y dulzón golpea al viajero al bajar del avión, dándole la bienvenida a África. Para empezar a empaparse del ambiente de Marrakech, nada mejor que dirigirse a su centro neurálgico, Jamaa el Fna. La célebre plaza, a la que se regresa una y otra vez durante la estancia en la ciudad, está plagada de encantadores de serpientes, pitonisas y acróbatas. Al caer la noche, resuenan los tambores de los músicos callejeros y se instalan en la plaza restaurantes al aire libre. Tajines, cuscús, todo tipo de sopas especiadas, brochetas y unos sabrosísimos zumos de frutas  son la mejor opción para una primera cena en la ciudad. 

Alojamientos con encanto

A la hora de escoger alojamiento, hay opciones adecuadas a cada tipo de viajero. Se puede optar por uno de los acogedores riads con encanto dentro de la Medina, la ciudad cercada por murallas de adobe, o bien decantarse por uno de los resorts internacionales de lujo, mucho más grandes, ubicados fuera de esta. Tres elecciones seguras son el Riad Enija, antigua residencia del Rey Kaid, en el corazón de la Medina; el Palais Namaskar, con vistas al Atlas, un complejo 5 estrellas gran lujo de PY Hotels & Resorts, con palacetes y piscinas privadas; o el Raddison Blue Carré Eden, en la gran avenida comercial de Mohamed V.

Mañana de cultura y zocos

Tras desayunar unos crepes marroquíes con mermelada o miel y un te, el sábado empieza con un recorrido por los monumentos más interesantes de la ciudad vieja. Entre ellos, la Madraza de Ben Youssef, con 130 celdas que alojaban hasta a 900 estudiantes, y el Palacio Bahía, el harén de las 28 esposas y concubinas de Abu Bou Ahmed, un esclavo negro que llegó a visir. Otra visita interesante son las tumbas saadíes, del siglo XVI, decoradas con mosaicos. Al norte de la plaza se encuentran los zocos, dedicados a los ungüentos, a los instrumentos musicales, a las joyas o a las alfombras: hay que prepararse para regatear. 

Festín gastronómico

Techos pintados a mano, decoración profusa, música de laúd, guitarra en vivo y una auténtica experiencia gastronómica aguardan al viajero en la histórica La Maison Arabe. Combina platos franceses, marroquíes y asiáticos, y ofrece también talleres de cocina. 

Tarde de hammam

¿Por qué no dedicar la tarde a disfrutar de un hammams? Los hay turísticos y asequibles, como Hammam Ziani, o de lujo, como el Hammam SPA Mille & Une Nuits. Para cerrar el día, un cordero asado con cuscús y vistas en el restaurante y sky bar Le Salama.

Entre palmeras y diseño

El tercer día puede cambiarse la bulliciosa Medina por los otros atractivos de la ciudad en ambientes más tranquilos. Empezar la jornada, por ejemplo, recorriendo en quad o camello el Palmeral, con más de 100.000 palmeras, o  vagando sin prisas por los jardines de Menara, rodeados de miles de olivos. Para cerrar la escapada, una visita imprescindible son los jardines Majorelle, donde vivió Yves Saint Laurent, hijo adoptivo de Marrakech. El célebre modisto cuenta también, desde hace tres años, con un museo dedicado a sus creaciones, con 4.000 m2 que albergan algunos de sus diseños más espectaculares.

 

 
Hamman

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