
Historia de la nostalgia: el origen del vintage
El estilo vintage conecta lo nostálgico con lo contemporáneo. De canciones, juegos y prendas, que pasan de ser antiguos a ser atemporales.
Con el término vintage solemos referirnos a objetos y estilos de décadas pasadas. Décadas a las que asignamos un valor especial por su estética, historia o imaginario compartido. Inicialmente, el término solía estar asociado al vino, pero su uso se expandió durante el siglo XX para describir ropa, muebles y otros elementos de diseño que permitieran evocar épocas anteriores. Hoy en día, sin embargo, utilizamos vintage no solo como una expresión cultural. En ocasiones, también puede sugerir una contra-respuesta al consumismo, abogando por la reutilización y la sostenibilidad.
La moda vintage: ¿cómo empezó todo?
El concepto de vintage asociado a la moda y la decoración comenzó a popularizarse durante la década de 1930, en Estados Unidos. Tras una década de crecimiento disparado y frenesí, llegó una Gran Depresión, una nueva coyuntura a menudo dramática que obligó a muchas personas a vender lo que tenían o comprar lo que tenían otros a un precio más bajo. De la misma manera, durante la Segunda Guerra Mundial se rediseñaron multitud de prendas y objetos, dotándolos de funcionalidad sin perder estilo. En las décadas posteriores, este concepto fue consolidándose en movimientos juveniles, a menudo amparados bajo el concepto DIY (do it yourself), dotando a prendas y objetos de un nuevo significado estético y cultural.
En los años 90, las generaciones más jóvenes empezaron a rescatar prendas únicas en tiendas de segunda mano, valorando su exclusividad frente a la producción masiva. Un interés, además, que no solo tenía una función estética, sino también ética y ambiental. Así, la moda vintage se relacionó con la alternativa al impacto ecológico del fast fashion.
El vintage pop como deseo del coleccionista
Más allá de la moda de otras épocas y reivindicaciones de sostenibilidad, el término vintage es frecuente encontrarlo unido al mundo del coleccionismo. Los objetos que, por un motivo u otro, acaban derivando en objetos de una exclusividad y valor fuera de lo común suelen convertirse en un foco de atracción irresistible para los coleccionistas. La cultura pop como evocadora de épocas pasadas conlleva que la adquisición de vinilos, cómics o videojuegos retro sea una de las principales tendencias en coleccionismo vintage.
El mercado de discos de vinilo, en concreto, es uno de los más importantes dentro del coleccionismo. Las ediciones raras de artistas como The Beatles, David Bowie o Prince pueden llegar a alcanzar cifras astronómicas. El ejemplar 0000001 del White Album de The Beatles, que perteneció al propio Ringo Starr, es un conocido ejemplo, llegándose a vender por 790.000 dólares, aunque no se acerca a los 4.000.000$ que el colectivo PleasrDAO pagó por el vinilo de Once Upon a Time in Shaolin de Wu-Tang Clan, considerado el vinilo de colección más caro de la historia.
Aunque no es tan conocido, un caso similar al de los vinilos es el caso de las cintas VHS. Precisamente porque es muy extraño que un niño de los 90 no gastara una cinta de clásicos de Disney como El Rey León, Blancanieves o La Bella y la Bestia, los coleccionistas han empezado a poner el foco en las cintas de VHS que se encuentran en perfecto estado. Si una cinta estuviese en perfectas condiciones, podría llegar a venderse por miles de dólares.
El mercado retro
Pero no todo se queda en la música, porque el mercado del videojuego retro es uno de los espacios en los que más está creciendo la demanda de objetos vintage. Videoconsolas como la Game Boy original, la SEGA o las primeras Nintendo pueden llegar a costar miles de dólares si se encuentran en perfecto estado y en su embalaje original. Al mismo tiempo, los juegos de estas consolas por sí mismos también están obteniendo un poderoso repunte de popularidad. Es el caso del Super Mario Bros original para la primera consola de Nintendo, la Nintendo Entertainment System (NES), que en 2021 llegó a venderse por 1.560.000 dólares.
Así pues, la nostalgia por objetos de los años 90 empieza a tener un repunte muy importante entre los coleccionistas. Es curioso, de hecho, el interés que generan los juguetes clásicos. En 2019, un Furby de 1998 en perfecto estado llegó a venderse por más de 4.100 dólares, y del mismo modo se puede ver un interés creciente por los juguetes que incluía el menú Happy Meal de McDonald’s, por los cuales se pagan cientos de dólares por colecciones completas.
El caso de los libros antiguos es también muy notorio dentro del coleccionismo. La bibliofilia es la protagonista de una de las compras más importantes dentro del mundo del coleccionismo, la venta por 30.800.000 dólares del Codex Leicester de Leonardo Da Vinci a Bill Gates en 1994. Pero siguiendo la estela de la nostalgia también nos encontramos casos como la venta por 25.000 euros de una primera edición en inglés de Harry Potter y la piedra filosofal firmado por la autora y en perfecto estado, en 2023.
Sea por la evocación al tiempo en el que se crearon o bien por ser considerados piezas excepcionales por su importancia histórica, sorprende ver cómo aquellos objetos cotidianos con los que muchos pasamos horas de diversión en nuestra infancia han acabado convertidos en auténticas joyas de museo. Lo vintage, pues, no solamente evoca una estética pasada, sino que es un recuerdo al que se le da una forma física. Y a la que al sostenerla nos transporta directamente a un momento de nuestra vida al que siempre es agradable volver.