La vuelta al mundo en 7 carnavales
Desde el exuberante despliegue de sensualidad de Río de Janeiro hasta las esculturas gigantes de limones en Menton, te invitamos a conocer cómo se vive esta fiesta en otras latitudes.
Carnem levare −despedirse de la carne antes de entrar en el periodo de abstinencia de la Cuaresma en la tradición católica− es el término latino del que deriva la denominación de Carnaval. Su origen, sin embargo, se estima que es mucho más remoto y se remontaría a las fiestas que se realizaban en honor del toro Apis en el antiguo Egipto. La lujuria, la alegría desbordada y todo tipo de excesos caracterizaban estas celebraciones, que tuvieron su réplica en las que se dedicaban a los dioses Baco y Saturno en el Imperio romano.
Permisividad y “desgobierno”
Poco a poco, la costumbre de celebrar anualmente esta fiesta se extendió por toda Europa, convirtiéndose también desde la Edad Media en un período de permisividad y “desgobierno” en el que, por unos días, se permitía la crítica mordaz a las autoridades y a la moral religiosa. Posteriormente, y de la mano de los navegantes españoles y portugueses, llegó a América, donde con el tiempo se desarrollaron algunos de los más espectaculares que se pueden ver hoy en día. Para vivir en primera persona un gran carnaval no hay que ir muy lejos, porque España cuenta con varios que juegan en primera división. Entre los más populares están el de Tenerife, donde plumas y purpurina se erigen como protagonistas en los desfiles de carrozas y la elección de la Reina de los Carnavales; o el de Cádiz, donde las célebres chirigotas compiten en ingenio por diseccionar la actualidad en clave irónica. En Las Palmas destaca la vistosa Gala Drag Queen, una de las primeras del mundo dedicadas a un colectivo que es también muy protagonista en Sitges, donde bajo el lema Per Carnaval tot s’hi val (por Carnaval, todo vale) tiene lugar uno de los más transgresores.
Sin embargo, en este artículo te proponemos viajar más lejos para descubrir cómo se vive la fiesta en otras latitudes. Glamurosos como los de Venecia, exuberantes y monumentales como el de Río, curiosos como el de Menton o ancestrales como los de Guinea-Bisáu: los hay para todos los gustos. Acompáñanos a dar la vuelta al globo descubriendo algunos de los más atractivos.
Mardi Grass: color, misterio y desenfreno
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El martedì grasso (‘martes gordo’), referido al último banquete que se celebraba antes del periodo de ayuno y abstinencia, da nombre al mítico Mardi Gras de Nueva Orleans. Un desfile de carrozas donde el misterioso imaginario de Luisiana tiene un gran protagonismo y donde las comparsas (krewes) lanzan toneladas de collares con cuentas de plástico y toman las calles de la ciudad. El célebre y pintoresco Barrio Francés no forma parte del recorrido, ya que sus calles son demasiado angostas, pero sí se desborda estos días con música, máscaras y un ambiente inolvidable.
Cítricos convertidos en arte en Menton
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Hace cien años, la localidad francesa de Menton era el principal productor de limones del continente europeo. Para atraer y entretener al turismo de invierno, un hotelero tuvo la feliz idea de organizar una exposición de cítricos y flores que fue el germen del que hoy en día es uno de los carnavales más curiosos de Europa. La singularidad que lo convierte en único es la asombrosa colección de carrozas y esculturas cubiertas de cítricos, principalmente limones y naranjas, que invade los jardines de Biovès y los convierte en un vibrante mundo de amarillos y naranjas. Al finalizar la fiesta, que cada año cuenta con una temática diferente, las frutas se venden a bajo precio.
Misticismo y tradición ancestral en Guinea-Bisáu
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Ataviados con disfraces y máscaras que homenajean a sus animales sagrados, como el hipopótamo, el tiburón martillo o el toro, los participantes del carnaval de las islas Bijagós bailan al ritmo de los tambores y los instrumentos de madera de bambú elaboradas danzas que han permanecido inalterables durante siglos. La fiesta se celebra en muchas de las ochenta y ocho pequeñas islas que conforman el archipiélago, pero es especialmente espectacular en la capital, Bisáu, donde las etnias mayoritarias compiten con desfiles que permiten disfrutar de la autenticidad y el misticismo de tradiciones ancestrales.
Ritmo afrocaribeño en Notting Hill
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La flema británica se torna en desenfreno caribeño cada año en Londres cuando llega el fin de semana del Carnaval de Notting Hill que, contrariamente al resto de carnavales del mundo, tiene lugar en agosto. La multitudinaria celebración llena de bulliciosos desfiles, bailes y diversidad cultural este barrio de la capital durante dos días, el primero más dedicado al público familiar y el segundo mucho más asalvajado. Más de un millón de británicos y turistas se dan cita anualmente en este evento, que la comunidad afrocaribeña británica organiza desde los años años 60 para reivindicar su rica herencia cultural.
Río, ‘o rei’ de los carnavales
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Todas las cifras que giran en torno al Carnaval más famoso del mundo marean: 5 millones de visitantes, hasta 5.000 bailarines por cada gran escuela de samba y nada menos que ¡77 millones de preservativos! que las autoridades han llegado a repartir en ediciones recientes para hacer frente al desmadre de la celebración. Sin duda, el acto más destacado de la fiesta es el desfile por el sambódromo carioca que tiene lugar durante cinco veladas. Cada noche actúan seis escuelas de samba en funciones que duran poco más de una hora y que ofrecen lo que puede considerarse el mayor espectáculo del mundo.
La Serenissima se viste de gala
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Lo que en otras latitudes es un estallido de sensualidad, en Venecia se torna en elegancia, misterio y glamour. Se trata de uno de los carnavales más antiguos del planeta y, junto con Río, el más mítico en el imaginario común. Y es que no existe ciudad que pueda competir como escenario con la Serenissima, por cuyas plazas, callejuelas y canales desfilan los participantes. Lo hacen ataviados con trajes inspirados en las vestimentas aristocráticas del siglo XVII, muchos de ellos fruto de una compleja elaboración, y con las bellas máscaras que ya se han convertido en símbolo de la ciudad.
Toda la magia salvaje del Caribe colombiano
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Hace dos décadas que la Unesco proclamó el Carnaval de Barranquilla patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, reconociendo así su papel como promotor de la riqueza cultural del Caribe colombiano. La celebración, que reúne cada año a más de dos millones de asistentes, transcurre a ritmo de merecumbé, cumbias y salsa, y destaca por sus disfraces inspirados en animales que pueblan la rica mitología de la región, como el jaguar mágico o el hombre caimán. La reina del carnaval, el rey Momo y las negras bollongas −vendedoras con un sombrero lleno de frutas y bollos sobre la cabeza− son otros de los personajes que nunca faltan en esta festiva cita.