Viajes míticos en tren

Viajes míticos en tren

Viajar es uno de los grandes privilegios de nuestra sociedad actual. Sin embargo, esta afición es histórica y los primeros encuentros que permitieron disfrutar del recorrido de un viaje los concedió un tren.

POR Laura Martos | 19 Diciembre 2022

A mediados del siglo xx, con la proliferación de los vuelos comerciales, el tren empezó a quedar en segundo plano cuando se trataba de planificar trayectos largos. Entonces, ¿qué pasó con aquellos míticos trenes que cubrían grandes distancias y que ofrecían la posibilidad de viajar a cualquier lugar sin necesidad de salir de sus vagones y con toda suerte de lujos?
 

Transiberiano

Aunque se tiende a llamar Transiberiano al tren que recorre el trayecto entre Moscú y Vladivostok, lo cierto es que son varios los que lo hacen, por lo que es más apropiado hablar de línea férrea. Fue inaugurada en 1904 para conectar la capital rusa con el mar de Japón, en la costa del Pacífico, y es la vía férrea más larga de todos los tiempos: recorre 9.289 kilómetros, atravesando ocho zonas horarias a lo largo de siete días de viaje, como mínimo. Actualmente, el Transiberiano cuenta con dos opciones, la ruta del Transmongoliano, que une Moscú y Pekín pasando por Mongolia, y la del Transmanchuriano, que une Moscú y Pekín sin pasar por Mongolia. Una experiencia única que ofrece distintas opciones para todo tipo de viajeros. Los trenes de línea regular tienen tres tipos de compartimentos: los de primera clase, Spalny Vagon, son los más caros y son para dos personas, aunque algunos llevan ducha compartida. Los de segunda clase, Kupé, son compartimentos cerrados para cuatro personas, y los de tercera, Platzkart, son los más baratos y, por ende, los más incómodos, con compartimentos compartidos.
 

Orient Express

Si pensamos en trenes míticos, no puede faltar el histórico Orient Express, que inspiró una de las novelas de misterio más famosas de la literatura del siglo xx, obra de Agatha Christie. Inaugurada en 1883, esta línea ferroviaria unía inicialmente París con Giurgiu, en Rumanía, aunque estaba pensada para llegar hasta Estambul, el corazón del Imperio otomano. Partió por primera vez de la estación del Este de la capital francesa con 17 vagones rebosantes de lujo, en los que viajaban diplomáticos, estrellas de cine y escritores. Este tren cubría un trayecto de casi 2.800 km y paraba en importantes urbes europeas, como Múnich, Viena o Budapest. Actualmente, en pleno siglo XXI y tras años de abandono, una serie de 17 vagones fue recuperada gracias a una iniciativa impulsada desde internet y está lista para ser restaurada y volver a las vías para 2024.

Paralelamente, en los años 80, el americano James Sherwood, dueño del hotel Cipriani, de Venecia, recuperaba varios de los trenes con el mismo espíritu de lujo y creaba así el Venice-Simplon Orient Express, uno de los trenes aún hoy más emblemáticos del mundo. En realidad, se trata de dos trenes, un histórico tren británico Pullman que circula de Londres a Folkestone, y un tren continental de coches clásicos de los años 20 desde Calais, en Francia, hasta Venecia. Su trayecto más habitual es el Londres-París-Venecia en ambos sentidos, pasando por Austria y Suiza. También cuenta con el trayecto entre París y Estambul (3.012 km) a través de Francia, Suiza, Austria, Hungría y Rumanía –con escalas en Viena, Budapest y Bucarest–, que ahora se ofrece solamente una vez al año, en el mes de septiembre.
 

Europa desde un vagón

Actualmente, existen otros trenes que recorren Europa ofreciendo experiencias únicas a bordo y que acumulan años de historia, como es el caso del Bernina Express, que conecta Suiza con Italia atravesando los Alpes suizos, por la línea del Albula y la línea del Bernina, que figuran desde 2008 en el patrimonio de la humanidad de la Unesco. La línea Nordland, el tren más largo de Noruega, que recorre 729 kilómetros inmersos en la naturaleza nórdica. E incluso en España, el también mítico Transcantábrico se remonta a finales del siglo xx para recorrer el norte del país –entre San Sebastián y Santiago de Compostela (o viceversa)– en busca de sus paisajes más verdes, en un recorrido de 8 días y 7 noches.

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