Espalda

Así funciona la espalda

La espalda cumple cuatro funciones básicas: sostener el cuerpo erguido, permitir el movimiento, contribuir a mantener estable el centro de gravedad en reposo y en movimiento, y proteger la médula espinal.

Vértebras. Son los huesos de la columna vertebral, tenemos un total de 33 y sirven de punto de anclaje para la musculatura. Son muy resistentes: cada fragmento de hueso puede soportar un peso de 9 toneladas.

Músculos. Antiguamente se creía que su papel se limitaba a mover la columna. Hoy día se sabe que, además, son imprescindibles para generar la tensión necesaria para que la columna se mantenga estable cuando está quieta (como en un barco hacen los obenques con el mástil), y para mantener el equilibrio, compensando las variaciones del centro de gravedad que suceden cuando nos movemos. La lesión o sobrecarga muscular puede resultar muy dolorosa.

Ligamentos. Junto con los músculos, actúan como cuerdas que sujetan los huesos que forman una articulación.

Discos intervertebrales. Suman 23, se hallan entre las vértebras cervicales, dorsales y lumbares, y actúan como una especie de amortiguador.

• Núcleo pulposo. La parte central del disco intervertebral es de consistencia gelatinosa.

  • 2 cm de estatura pierde un individuo sano al día y los recupera por la noche. Eso sucede porque cuando pasamos mucho rato de pie o sentados la gelatina del núcleo pulposo pierde altura y se deforma ligeramente; en cambio, al estar echados, se reduce la compresión sobre el disco.
  • 30 años es la edad aproximada a partir de la cual vamos perdiendo estatura. Esto se debe a que el núcleo pulposo se va deshidratando y el disco va perdiendo altura; un proceso, denominado degeneración discal o artrosis vertebral, que no causa dolor.

• Anillo. Capa fibrosa que mantiene el disco intervertebral en su lugar. Cuando se rompe causa una hernia discal.

 

 

 

 
La espalda

Preguntas con respuesta

Resolvemos cuestiones en torno al cuidado de la espalda con ayuda de los especialistas de la Unidad de Espalda Kovacs.

¿Qué colchón es el más adecuado?  
Ensayos clínicos de calidad reflejan que lo ideal es que el colchón tenga una firmeza intermedia. El colchón ha de ser suficientemente firme como para que se mantenga en un plano y no se deforme como lo haría una hamaca. También tiene que ser suficientemente mullido como para adaptarse a las curvas de la columna.

¿Existe la almohada ideal?
La almohada debe facilitar que la columna cervical se halle en el eje de la columna dorsal y lumbar, igual que cuando estamos de pie. Así lo indican estudios anatómicos y de laboratorio a falta de estudios clínicos que demuestren su efecto real. Si se duerme boca arriba, hay que hacerlo con una almohada relativamente fina que mantenga la cabeza en la misma posición que adoptaría si se estuviera de pie. No conviene dormir sin almohada (pues el cuello caería hacia atrás) ni con una almohada muy gruesa (el cuello estaría en flexión). Si se duerme de lado, hay que hacerlo de modo que la almohada cubra la distancia del hombro al cuello asegurándose de que este siga alineado con el resto de la columna.

¿Cuándo están indicadas las fajas lumbares?
Solo en aquellas circunstancias concretas cuando sin ellas no podríamos hacer ninguna actividad actividad (como puede suceder transitoriamente después de un aplastamiento vertebral), o cuando debemos hacer un esfuerzo excepcionalmente intenso (como en la halterofilia). Si se usan habitualmente generan atrofia, pérdida de tono y de coordinación de la musculatura. Conviene usarlas el menor tiempo posible y de manera excepcional.

¿Son eficaces los collarines cervicales?
No. Todos los ensayos clínicos realizados demuestran que el collarín cervical como tratamiento no tiene sentido, incluso en pacientes que han tenido que operarse del cuello, ya que su uso no ha demostrado tener ningún efecto beneficioso y atrofia la musculatura. Tampoco resulta útil en los casos de dolor por tortícolis. No debe confundirse con el collarín de inmovilización empleado durante el traslado de una persona accidentada.

¿Qué es la intervención NRT?
La intervención neurorreflejoterápica consiste en mantener persistentemente estimuladas unas fibras nerviosas que, al activarse, son capaces de contrarrestar los mecanismos que mantienen el dolor, la inflamación y la contractura muscular en los casos subagudos y crónicos de dolencias del cuello y la espalda. Para mantener esa estimulación persistente se implanta muy superficialmente un material quirúrgico (grapas quirúrgicas) que se extrae al cabo de 90 días. La intervención es ambulatoria y no requiere anestesia, y está indicada en los pacientes en los que el dolor dura 14 o más días y es de una intensidad de 3 o más en una escala en la que 0 significa “ausencia de dolor” y 10 “el dolor más intenso imaginable”.

Es el único tratamiento para las dolencias del cuello y la espalda que emana de un proceso de investigación, desarrollo e innovación realizado en España, y que ha superado todas las fases de evaluación recomendadas por la comunidad científica internacional; desde los ensayos clínicos a doble ciego sobre eficacia, hasta la monitorización de los resultados que alcanza en la práctica clínica habitual del Sistema Nacional de Salud.

 

 

Consulta todos los números de la revista

La era de la inteligencia artificial