La importancia de cuidar el órgano más grande (y frágil): la piel
La piel es el órgano del cuerpo más grande. Puede regenerarse, es impermeable, resistente y flexible, respira y se mantiene activo 24 horas al día. Pero también es vulnerable a múltiples agresiones, externas o internas, por lo que es vital priorizar sus cuidados. La hidratación y protegerla de los rayos ultravioletas son clave en su preservación.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. Puede llegar a pesar hasta 10 kilos y abarca aproximadamente una superficie equivalente a dos metros. Además, es un órgano vivo, activo y en constante cambio. Tal y como resume la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), la piel actúa como protector, productor de melanina, regulador de temperatura, activador de vitamina D, detector de sensaciones, y es un órgano estético. Sin embargo, a su vez es una de las partes del organismo más frágil y vulnerable, ya que puede verse afectada por el exterior (sol, agresiones, medio ambiente…), el interior (enfermedades internas) o por alteraciones originadas en sus propias células.
Por todo esto, debe mantenerse limpia e hidratada ya que es el único órgano que está directamente, y constantemente, abierto al exterior. La rutina es fundamental para lucir un buen aspecto (y sano) y si no se le dedica atención puede que aparezcan la deshidratación o la sequedad. Definitivamente, una limpieza suave y diaria y un buen cuidado hidratante ayudan a mantener la piel sana. Los productos que se usen en estas rutinas deben ser de calidad y, sobre todo, adaptarse al tipo de piel específico de cada persona. Se recomienda aplicar estas cremas después del lavado, con la piel húmeda, para que se absorba más y mejor. Para una buena una hidratación, tonificación y exfoliación, es conveniente emplear los productos recomendados por el dermatólogo, para tener un cuidado eficiente. Todos ellos contribuirán a proteger la piel ante agresiones externas como pueden ser el sol o la contaminación y también calmarán la piel irritada, restablecerán su estado y evitarán la aparición de enfermedades cutáneas.
Los mitos más populares sobre el cuidado de la piel
1.- Los alimentos no influyen en el estado de la piel. El acné es uno de los motivos más habituales en las consultas al dermatólogo. Más allá del chocolate y los lácteos, existen otras comidas que ayudan a su aparición, como los zumos de fruta y las golosinas. Sobre todo los ingredientes con alta carga glucémica y grasas.
2.- Las pieles grasas no necesitan cremas hidratantes. Falso. Si se evitan las cremas, la piel intentará compensar esa falta de hidratación fabricando más grasas y aumentando los problemas cutáneos. Es importante consultar con el dermatólogo el tipo de crema más adecuado para cada tipo de piel.
3.- Las agresiones cutáneas desaparecen solas. Existen algunas enfermedades, como el acné, que según la creencia popular desaparecerán solas. Y no es verdad. Acudir al médico cuando sea necesario es importante para evitar complicaciones de dichas infecciones o inflamaciones cutáneas y recibir el mejor tratamiento.
4.- Protegerse del sol puede acarrear déficit de vitamina D. El calcio de los huesos necesita vitamina D para asegurar su correcta mineralización. La vitamina D se produce en la piel gracias a la luz solar. Se ha especulado si proteger la piel del sol para evitar enfermedades puede provocar que los niveles de vitamina D sean excesivamente bajos. En realidad, basta una exposición de 15 minutos a la luz de la calle en cara y manos –incluso aplicando fotoprotectores– para producir toda la vitamina D que el cuerpo necesita.