El poder del puzle
El pasatiempos por excelencia ha ganado adeptos con el confinamiento provocado por la pandemia. El acto de juntar las piezas es un ejercicio ideal para concentrarse y evadirse, al tiempo que proporciona una sensación de éxito y satisfacción que crea adicción (de la buena).
Abrir la bolsa, volcar las piezas, extenderlas boca arriba y enfrentarse al reto. Resolver un puzle es uno de esos pasatiempos que nunca pasan de moda. Todo lo contrario en estos últimos meses, en los que el confinamiento ha conllevado que la afición por los puzles haya crecido de forma exponencial. En abril del 2020 se registraron las mayores ventas de la historia. Amazon llegó a aumentar en más de un 2.000% sus pedidos en puzles, y muchas tiendas de España dedicadas a la venta de puzles agotaron sus existencias. El furor por esta opción de pasatiempos fue y sigue siendo global, como lo demuestra que en Australia, país que mantuvo más tiempo el confinamiento estricto en sus ciudades, se vendieron en un mes los mismos puzles que en el año anterior.
La popularidad y atractivo del puzle tiene mucho que ver con su propia personalidad: es apto para todos los públicos, niveles y no entiende de edades ni de géneros. Existen tantos tipos y variedades que resultan infinitos. Siempre hay un puzle por dónde empezar.
Sea de forma individual o en grupo, resolverlo va más allá de ser una excelente alternativa de ocio para relajarse, desconectar o escapar del mundo tras un día estresante. Los estudios han demostrado que realizar un rompecabezas puede mejorar la capacidad cognitiva y el razonamiento visual y espacial de la persona que lo hace. Pero va mucho más allá. El acto de juntar las piezas de un puzle exige concentración, reduce el estrés, mejora la memoria a corto plazo, aumenta la creatividad, despierta la imaginación y ayuda en la resolución de problemas.
Memoria y concentración
El tiempo de concentración y silencio –en la mayoría de los casos– ayuda a que la mente se ejercite de forma productiva y efectiva. Entre los beneficios cerebrales de ese ejercicio destaca un aumento de la producción de dopamina, un neurotransmisor que regula el estado de ánimo, la memoria y la concentración. En el caso del puzle, la dopamina se libera con éxito a medida que se va avanzando y resolviendo el rompecabezas.
En paralelo, la plena atención y concentración que requiere solucionar un puzle relaja la mente y produce un estado de meditación que contribuye al bienestar mental.
Desconexión analógica
Además de prestar atención consciente a una única tarea, el puzle es una opción perfecta para ejercer la llamada desconexión analógica. En esta época digital en la que la multitarea y las pantallas marcan el día a día, nada mejor que detenerse y poder reiniciarse ante el desafío analógico que supone un puzle.
Pocas cosas resultan más satisfactorias y gratificantes que poner la última pieza del puzle en su lugar. Esa sensación de éxito y de triunfo que supone resolver el desafío. Una recompensa gratificante que genera una emoción positiva, de esas que cuando se sienten lo primero que se desea es repetir para sentirla de nuevo. Y, para ello, nada mejor que deshacer el puzle y volver a empezar.
Campeonatos y más
La afición por el puzle tiene tantos adeptos que existen asociaciones y federaciones en muchos países. AEPUZZ es la Asociación Española del Puzle y organiza el Campeonato de España de Puzles, que volverá a disputarse el próximo año tras suspender las dos últimas ediciones debido a las restricciones. Por su parte, la Federación Mundial de Puzles y Rompecabezas (WJPF) es una organización internacional dedicada a los puzles que organiza el Campeonato Mundial de Rompecabezas (WJPC), competición de habilidad que reconoce a los montadores más rápidos. Valladolid acogerá en junio del 2022 el próximo Mundial.