Rocío Bueno Martínez, coordinadora de Nutrición del Grupo HLA.
“Es más importante centrarse en la calidad de las comidas que en la cantidad”
Existe una relación directa entre la alimentación y la salud. Y para conocerla y poder disfrutar de ella, Rocío Bueno Martínez, experta en nutrición, recuerda el papel fundamental de profesionales como ella y de la educación nutricional. Más allá de desterrar falsas creencias, refuerza que su papel es el de ayudar a crear buenas relaciones con la comida, todo por el bien de la salud del paciente, y no por un ideal de belleza.
En la sociedad actual se pueden ver dos extremos: población que persigue la imagen y el culto al cuerpo y, por otro lado, el aumento de la obesidad.
Creo que son un claro ejemplo de la necesidad informar a la población sobre educación alimentaria desde fuentes fiables de información. Es importante enseñar a comer, pero también es importante incidir en una buena relación con la comida. El foco debe estar en seguir una alimentación correcta para conseguir salud y no para perseguir un ideal de imagen, talla de pantalón o un número en la báscula.
¿Cómo debería ser una dieta sana y equilibrada?
Una dieta debería estar compuesta mayoritariamente por productos frescos sin etiqueta. Para traducir esto, hay una herramienta sencilla que es el plato de Harvard. En él podemos observar –de forma muy visual– que las proporciones de grupos de alimentos son un 50% frutas y/o verduras, un 25% hidratos de carbono (preferiblemente de fuentes como los tubérculos, legumbres o cereales en la versión integral) y un 25% de proteínas contemplando carnes magras, pescados blancos y azules (también mariscos), huevos y las de origen vegetal, como legumbres, frutos secos o semillas. La dieta también debe incluir aceite de oliva, aguacate, frutos secos o semillas como fuentes de grasa necesaria en multitud de procesos del organismo.
A esta alimentación sana, hay que sumarle siempre el agua como bebida principal y llevar una vida activa. Por último, es importante cuidar la salud mental y conseguir un buen descanso para dar con el ideal de vida saludable.
¿Qué beneficios para la salud aporta la dieta mediterránea?
Esta dieta tiene numerosas propiedades si seguimos el patrón de la verdadera dieta mediterránea: aceite de oliva, frutos secos, frutas y verduras, proteínas de calidad e hidratos de carbono en condiciones. Esta alimentación sana y equilibrada no debe estar nunca asociada a la pirámide con base de cereales refinados, entre otros alimentos, que no encajan nada con unos buenos hábitos saludables.
¿Qué tipos de ‘dietas milagro’ están de moda hoy día?
Por desgracia, en asuntos de alimentación se sigue más el consejo poco profesional que el de los propios especialistas en este tema, que son los dietistas y nutricionistas. Podemos encontrar desde dietas milagrosas centradas en un alimento o grupo de alimentos como, por ejemplo, las proteínas, a dietas con largos periodos de ayuno sin ningún tipo de control. Estas dietas tienen algunos elementos comunes: generalmente promueven una restricción calórica, la necesidad de tener sensación de hambre, y son imposibles de mantener en el tiempo.
Bajo mi punto de vista, se hacen verdaderas barbaridades enfocadas a la imagen corporal más que a obtener salud. Son dietas que, además, a nivel de salud mental solo refuerzan una pésima relación con la comida, favoreciendo la aparición de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y sentimientos de frustración, cosa que puede acabar ocasionando una mala relación con la alimentación.
Por supuesto, todas ellas favorecen la aparición de carencias nutricionales y predisponen a un efecto rebote seguro; entre otros motivos, por la restricción calórica y el impacto que ello genera en el organismo.
¿Cómo se pueden desmontar mitos tan arraigados como aquel que dice que el pan o la fruta por la noche engordan?
Aplicando educación nutricional y dejando paso a los nutricionistas y especialistas actualizados y formados en esta materia. Es necesario la inclusión de esta profesión en un sistema sanitario tanto público como privado para aplicar prevención y promoción de salud a través de una correcta alimentación con fundamentos tan básicos como la compra de productos frescos y la combinación sencilla de grupos de nutrientes.
Pero el problema también puede ser la sobreinformación. Hay quien dice que hay que tomar cinco comidas al día, otro que recomienda tres, incluso ayuno. ¿Cómo puede saber una persona qué es lo mejor para ella?
Lo más adecuado es ir a la consulta de un nutricionista para que pueda adaptar la alimentación a cada caso concreto y no tratar de manera genérica, por ejemplo, el número de comidas en la población. Según mi experiencia profesional, es más importante centrarse en la calidad de las comidas que en la cantidad. El foco debería estar en saber qué comer y adaptarlo a las necesidades de cada persona. Con tanta recomendación (siempre sesgada por los intereses, sobre todo de la industria) se nos ha olvidado escuchar al cuerpo y la sensación de hambre pasa desapercibida. ¡Esto es vital recuperarlo!
¿Cómo debería ser el trato entre nutricionista y paciente? ¿En qué debería basarse este especialista de la salud a la hora de crear planes nutricionales individuales?
El trato debería ser cercano y, sobre todo, empático y profesional. La nutrición es una ciencia, y como todas las ciencias de la salud está viva, se van actualizando conceptos y recomendaciones de forma recurrente, y esto es imprescindible aplicarlo en la consulta. Por supuesto, es totalmente necesaria la intervención del nutricionista en un equipo multidisciplinar que permita al paciente tener la visión de su salud desde todos los puntos de vista profesionales necesarios para su bienestar.
Y es crucial siempre personalizar los planes nutricionales. El nutricionista debe tener una visión global y adentrarse en los hábitos del paciente para una buena adherencia al tratamiento.
¿Qué relación hay entre lo que comemos y las posibles enfermedades que tengamos durante la vida?
Hay mucha relación. La alimentación debe prevenir enfermedades que actualmente y, por desgracia, están en auge, como la diabetes (con una aparición cada vez más temprana), la hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares. En estos casos, la obesidad y el sobrepeso actúan como uno de los factores de riesgo, y lo hacen también para diferentes tipos de cáncer. Hoy hay muchísima población joven con patologías de este estilo que podrían verse mejoradas, e incluso revertidas, con correcciones en su alimentación y hábitos de vida.