
7 cambios inevitables que aparecen con la menopausia y cómo ponerles solución
Durante la menopausia, la disminución de los estrógenos provoca transformaciones hormonales y síntomas de la menstruación que repercuten en diferentes aspectos de la salud.
El cuerpo humano está en constante cambio, adaptándose a las distintas etapas de la vida. En el caso de las mujeres, uno de los procesos más significativos es la menopausia, una transición natural que marca el fin del ciclo reproductivo. Según el Ministerio de Sanidad, la menopausia es una etapa natural, marcada por el cese permanente de la menstruación debido a cambios hormonales. No es una enfermedad ni un trastorno, pero puede venir acompañada de cambios físicos y emocionales; son los síntomas de la menopausia, que pueden afectar a la calidad de vida de las mujeres.
¿Cuando suele aparecer la menstruación?
Esta etapa se diagnostica después de 12 meses sin menstruación, sangrado vaginal o manchado. Generalmente, ocurre entre los 45 y 55 años, aunque puede variar según cada persona.
Durante esta etapa, el organismo experimenta importantes transformaciones hormonales, especialmente la disminución de estrógenos, lo que repercute en diferentes aspectos de la salud. Los síntomas de la menopausia no solo afectan al cuerpo, sino también a la mente y las emociones, generando un impacto integral en la calidad de vida.
Los cambios más comunes durante la menopausia (y cómo sobrellevarlos)

Sofocos y sudoraciones nocturnas
1 de 7
Los famosos “calores” son uno de los síntomas más característicos. Se deben a la disminución de los estrógenos y pueden venir acompañados de sudoración, palpitaciones o alteraciones del sueño.
Qué ayuda: la terapia hormonal sustitutiva (THS) suele ser el tratamiento más eficaz, siempre bajo control médico. También pueden aliviarse con ropa ligera, bebidas frías y técnicas de relajación como el yoga o la respiración profunda. Evitar el alcohol, el tabaco y los alimentos picantes puede reducir su frecuencia.

Aumento de peso y cambios metabólicos
2 de 7
Durante esta etapa, el metabolismo se vuelve más lento y el cuerpo tiende a acumular grasa, sobre todo en la zona abdominal.
Qué ayuda: mantener una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas magras y omega-3, junto con ejercicio regular (caminar, nadar, pilates o yoga). Evitar los ultraprocesados, las grasas saturadas y el exceso de azúcares es fundamental. Si el aumento de peso es notable, puede ser recomendable consultar con un endocrino o nutricionista.

Sequedad vaginal y molestias urinarias
3 de 7
La bajada de estrógenos también afecta a la mucosa vaginal, provocando sequedad, picor o dolor durante las relaciones sexuales, además de favorecer infecciones urinarias.
Qué ayuda: los lubricantes y geles hidratantes vaginales son de gran ayuda. En casos más severos, la THS local (óvulos o cremas de estrógenos) puede mejorar la elasticidad y reducir las molestias. Mantener relaciones sexuales regulares también favorece la irrigación y la salud del tejido vaginal.

Pérdida de masa ósea y riesgo de osteoporosis
4 de 7
Los estrógenos desempeñan un papel clave en la salud ósea. Su descenso aumenta el riesgo de osteoporosis y fracturas.
Qué ayuda: incorporar calcio, vitamina D y omega-3 a la dieta, exponerse al sol de forma moderada y practicar ejercicio con impacto suave (caminar, subir escaleras, baile, entrenamiento con pesas ligeras). En algunos casos, el médico puede recomendar suplementos o medicación específica.

Cambios en la piel y el cabello
5 de 7
La piel puede volverse más seca y perder elasticidad, mientras que el cabello tiende a volverse más fino o quebradizo.
Qué ayuda: mantener una hidratación adecuada (por dentro y por fuera), utilizar cremas con ácido hialurónico o colágeno, y proteger la piel del sol. Una dieta rica en antioxidantes (frutas rojas, frutos secos, aceite de oliva) ayuda a mantener la piel más firme y luminosa.

Alteraciones del sueño
6 de 7
El insomnio o los despertares nocturnos son frecuentes, sobre todo durante la perimenopausia.
Qué ayuda: mantener rutinas de sueño regulares, evitar las pantallas antes de acostarse y crear un ambiente relajado. Si persiste, pueden considerarse tratamientos no hormonales o medicación puntual bajo supervisión médica. La meditación y la acupuntura también pueden ser útiles.

Cambios emocionales y cognitivos
7 de 7
Los cambios hormonales, sumados a las responsabilidades familiares o laborales, pueden causar ansiedad, irritabilidad, tristeza o dificultad para concentrarse.
Qué ayuda: practicar actividad física regular, técnicas de mindfulness o terapia psicológica si los síntomas afectan al día a día. Mantener una vida social activa, compartir experiencias con otras mujeres y cuidar el tiempo de ocio también mejora el bienestar emocional.