¿Cómo afectan las ciudades de forma directa a nuestra salud?

¿Cómo afectan las ciudades de forma directa a nuestra salud?

La contaminación, el ruido, el exceso de calor y la falta de espacios verdes repercuten en nuestra salud y calidad de vida, además de los condicionantes sociales y económicos.

POR Pilar Maurell | 15 Septiembre 2022

El código postal afecta más a nuestra salud que el código genético. Una nueva corriente de urbanistas y arquitectos ya son conscientes de ello y buscan fórmulas para convertir las ciudades en espacios un poco más saludables. Son profesionales como Marta Rofín, directora académica del Posgrado en Urbanismo y Salud de la Universidad Politécnica de Catalunya y coordinadora desde el Ayuntamiento de Vic (Barcelona) de la red de ciudades del proyecto europeo URBACT Healthy Cities. Reconoce que la relación entre ciudad y salud no se ha tenido en cuenta hasta hace unos años y que aún hoy queda mucho por hacer.

“Desde las políticas públicas se insiste en incentivar la movilidad activa, pero muchas ciudades medianas, que son la gran mayoría, no tienen las aceras preparadas, espacios con sombra o lugares para sentarse”, asegura Marta Rofín. También se debe tener en cuenta dónde están los equipamientos deportivos, por ejemplo, que suelen encontrarse en las afueras. “Todo ello compromete mucho la decisión de las personas de llevar un estilo de vida saludable”, explica.

Para la experta, “hay diferentes aspectos de una ciudad que inciden en la salud física, pero también mental y ambiental”, de modo que entiende el concepto de salud de una “forma holística”. El mismo mensaje de la Organización Mundial de la Salud, que afirma que tener salud no es no estar enfermo, sino que es un estado completo de bienestar. “Desde este punto de vista, estamos hablando de calidad de vida, y la ciudad y el entorno donde nos movemos tienen mucha repercusión”. Porque se estima que “solo un 20% de la salud depende del sistema sanitario, mientras que el resto de los determinantes pueden ser sociales, económicos y, sobre todo, ambientales”.

La experta recuerda que en el siglo XIX hubo una corriente de urbanismo higienista y se crearon grandes espacios abiertos como el Ensanche de Ildefonso Cerdá, en Barcelona, el Plan Haussman, en París, o las llamadas ciudades jardín. “Se trataba de evitar la transmisión de enfermedades, creando espacios amplios para que circulara el aire. Ahora no estamos en este escenario, sino que debemos fomentar la calidad de vida, el bienestar y la interacción entre los ciudadanos”.

 

Ciudades productivas contra la ciudad de los cuidados

Las ciudades son lugares orientados a la productividad, escribe la arquitecta Izaskun Chinchilla en su libro La ciudad de los cuidados (Catarata). Y al situar las actividades productivas en el centro se han obviado las necesidades de los ciudadanos, que pasan a ser “individuos que contribuyen a la productividad”. Las características biológicas y subjetivas no son consideradas por los políticos cuando gobiernan o legislan, de modo que se dejan atrás a personas mayores, las que no ven bien o no soportan bien el estrés, por ejemplo. “Nuestras ciudades son un medio hostil para las actividades no vinculadas a lo productivo: intentar dormir un poco, usar un servicio, beber agua limpia sin pagar, respirar aire no contaminado, divertirse sin consumir o pasear sin mojarse un día con lluvia constituyen grandes hazañas en la ciudad actual”, añade Chinchilla, catedrática de Práctica Arquitectónica en la Bartlett School of Architecture (Londres).

 

El entorno como exclusión

Una calidad de vida y bienestar que tienen que llegar a todos los barrios. “Los determinantes sociales y económicos condicionan mucho el estilo de vida que llevamos. En función de la renta, tenemos más o menos tiempo libre o nos relacionamos más y tenemos acceso a un determinado tipo de espacios”, según Rofín. De hecho, ella y su equipo realizaron un estudio donde analizaban algunos estudios científicos publicados desde 2015 en los que se evidencia una clara relación entre el entorno donde vivimos y la salud. “Llegamos a la conclusión de que hay una serie de elementos, como la densidad de población, la mezcla de usos, el acceso al verde y a la vivienda o la movilidad”, que están relacionados con la salud.

Desde París, la alcaldesa Anne Hidalgo puso de moda el concepto de la ciudad de los 15 minutos. Es esa mezcla de usos a la que se refiere Rofín, “que te permite tener acceso al comercio, al trabajo y al ocio a menos de 15 minutos de donde vives”. Pisar y ver zonas verdes es otra de las piezas clave para garantizar el bienestar de los ciudadanos. “Pero también condiciona dónde está, porque no es lo mismo disponer de una anilla verde alrededor de la ciudad, donde puedes ir los domingos, que tener verde en todos los barrios, de todas las formas posibles, en pequeños espacios, cubiertas o fachadas”. Además, hay que garantizar no solo el acceso a estos pequeños píxeles de naturaleza, sino también “la continuidad de esta infraestructura verde”, que fomenta la biodiversidad y la movilidad saludable.

La experta recuerda que hay muchos estudios científicos que afirman que las personas hacemos más deporte si tenemos una zona verde cerca y valoramos nuestra vida social con más nota. Además, el verde permite a las ciudades ser más resilientes frente al calentamiento global, porque regula la temperatura, evita las llamadas islas de calor, y filtra el agua de la lluvia cuando hay tormentas fuertes. También mitiga la contaminación acústica. “En España, la esperanza de vida de los hombres es de 80 años y de las mujeres, 85, pero el tiempo que pasamos con calidad de vida son 70 años en ambos casos. Y uno de los elementos que más problemas provocan es el ruido, que te impide dormir bien y provoca malestar o ansiedad, de modo que incorporar elementos en las ciudades que mitiguen ese ruido no es banal”.

 

Receta social verde

También se ha demostrado científicamente que en los colegios donde hay espacios verdes, los alumnos progresan más que en otros donde no los hay, y “que los enfermos ingresados en hospitales con vistas a zonas verdes se recuperan un 20% más rápido”, afirma Rofín, que recuerda que un 70% de la población de más de 60 años consume psicofármacos. De ahí que se esté avanzando en medidas para mejorar el bienestar emocional que no pasen por la prescripción de fármacos y se buscan otras soluciones como la receta social verde que ya se está implementando en algunas ciudades españolas.

“En vez de una pastilla, se le receta al paciente una actividad social, pero para que esto funcione es importante que la ciudad esté preparada” y que aquella persona pueda desplazarse hasta el centro cívico o hasta una cancha de petanca, y que esta no esté a pleno sol y tenga bancos. “Mucha gente mayor planifica sus salidas a la calle en función de los bancos donde podrá sentarse”, explica la experta. “Hasta qué punto es importante, cuando hacemos un proyecto urbanístico, decidir dónde ponemos un banco. Estamos influyendo en su movilidad, en su día a día. Hay muchos elementos del entorno urbano que condicionan la vida de las personas y podemos hacer mucho más de lo que nos pensamos”, añade.

 

Reflexiones de la pandemia

La pandemia del covid-19 que hemos vivido estos últimos dos años nos ha hecho pensar a cada uno y como sociedad sobre el lugar donde vivimos. “Fue un momento de reflexión y se escribieron muchos artículos sobre los elementos del entorno que nos impedían hacer la vida que queríamos, por ejemplo, cómo de valioso es tener balcones en casa o poder acceder a las azoteas”, recuerda Rofín, “o la importancia de tener cerca un parque para hacer deporte o jugar con los niños”. También “se puso en valor la ciudad mixta mediterránea”, donde todo está cerca, frente a zonas residenciales, por ejemplo, que son grandes consumidoras de suelo y donde no hay servicios.

Gracias al covid-19, asegura la experta de la UPC, “nos dimos cuenta de lo importante que es poder caminar por la ciudad y tener espacios naturales y senderos por donde pasear los fines de semana, bien comunicados con la ciudad y accesibles a pie, en bicicleta o en transporte público”. La pandemia también nos hizo más conscientes de nuestra salud y “de que esta dependía de los demás, de que está interrelacionada”. 

 

Iniciativas para mejorar el entorno

El Foro Económico Mundial presentó el reto BiodiverCiudades Challenge para buscar soluciones innovadoras en las grandes urbes. Entre las destacadas están BitaGreen, que desarrolla un software con mapas que identifica cómo el verde urbano ayuda a reducir las inundaciones; o el proyecto Resilio de Ámsterdam, para hacer frente a los retos del clima en las ciudades. Otras iniciativas son Hot Heart, que quiere cubrir las necesidades de calefacción de Helsinki sin emisiones de carbono y a un coste un 10% inferior al actual; e Idas Valley Community, en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), que crea oportunidades de empleo promoviendo actividades recreativas al aire libre, recuperando la vegetación autóctona y preservando el entorno natural. También destaca la Asociación Suiza de Barrios Sostenibles, que diseña barrios sostenibles que respetan el medio ambiente y el bienestar de sus habitantes.

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