Marcelle Mardon, arquitecta zimbabuense que representa a la organización Dialogue on Shelter
“Trabajamos para lograr servicios básicos desde una perspectiva de género”
La plataforma crea cooperativas de ahorro entre las mujeres de los barrios periféricos de Masvingo, en Zimbabue, para empoderarlas y construir infraestructuras básicas.
Marcelle Mardon es una arquitecta y urbanista zimbabuense con más de 20 años de experiencia, comprometida con los derechos de las mujeres en entornos urbanos. Forma parte del MIT SIS, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, un grupo de investigadores multisdisciplinares dedicados a la investigación y la defensa de los barrios marginales de los países del sur, y desde hace unos años trabaja en Bilbao representando a la organización Dialogue on Shelter, para conseguir fondos para proyectos en África.
¿Qué es Dialogue on Shelter?
Es una organización no gubernamental de urbanistas y arquitectos que actúa como puente entre las instituciones que hacen políticas sobre cómo deben ser las ciudades y las organizaciones basadas en comunidades, de personas que viven en barrios marginales. Son gente vulnerable que intenta movilizarse y unirse para conseguir mejoras o ser agentes del cambio para su propio bienestar. Trabajamos para lograr servicios muy básicos y desde una perspectiva de género.
Estáis ahora en la ciudad de Masvingo (Zimbabue). ¿Qué hacéis allí?
En 2050, el 68% de la población del mundo vivirá en las ciudades y en África ocurrirá lo mismo. Además, es el continente donde más crecen las ciudades y la población. Actualmente, cada vez hay más personas que acuden a las grandes urbes y las infraestructuras no pueden adaptarse. En estos países, los planos urbanos y las políticas de planificación de las ciudades están igual que en la época colonial, y los barrios periféricos que se han ido creando en realidad no existen sobre el papel. No podemos tener a tantas personas viviendo en lugares que no se consideran oficialmente como zonas desarrolladas para el urbanismo. Otro problema es la pobreza, concretamente en Zimbabue muchos deben abandonar el centro de la ciudad para encontrar un espacio más barato donde dormir.
¿Cómo trabajáis?
Dialogue on Shelter es una organización que da apoyo a Zimbabwe Homeless People’s Federation y usamos una metodología desarrollada en la India bajo un paraguas llamado Slum Dwellers International. Hay otras personas en África trabajando con el mismo método y actuamos en red, aprendiendo los unos de los otros. Nos concentramos en el empoderamiento de la mujer, a través de grupos de ahorro liderados por mujeres, para colocarla en el centro de todo. Los grupos se reúnen cada semana y son las mujeres las que priorizan las necesidades. Ahorran para mejorar las infraestructuras de sus barrios y nosotros dialogamos con las instituciones para que se den cuenta de que es una buena idea mejorar estos barrios trabajando conjuntamente. Es decir, nosotros buscamos financiación a través de las cooperativas de ahorro y los ayuntamientos; si no tienen dinero, colaboran con permisos, tierras, conocimientos técnicos o lo que puedan. Además, trabajamos aprendiendo en red y las ciudades que han desarrollado una iniciativa que funciona vienen a visitarnos o nosotros vamos allí con los representantes de las instituciones para enseñarles qué pueden hacer en su propia ciudad.
¿De qué forma está colaborando con vosotros el Ayuntamiento de Bilbao?
Desde Bilbao, en los últimos cuatro años hemos recibido financiación del Ayuntamiento y hemos empezado un diálogo entre la comunidad y el consistorio para organizar una estrategia en Masvingo.
¿Es clave el trabajo en comunidad?
Nuestros principios básicos son muy similares a los de las cooperativas. Tenemos las federaciones, que son diferentes grupos que unimos para hacer acciones y poder desarrollar más proyectos: apoyamos la creación de negocios, instalamos mejoras en la canalización del agua, el saneamiento o el alojamiento. Todo lo que sea necesario para vivir con dignidad. Además, las acciones van más allá de los miembros de las federaciones y repercuten en el conjunto del barrio. Gracias al proyecto en el que colaboramos con el Ayuntamiento de Bilbao llegaremos a más de 20.000 personas de dos comunidades.
¿Cuáles son las ventajas de trabajar con las mujeres?
Las mujeres manejan mejor el dinero y, gestionándolo ellas, generamos una situación de igualdad en las comunidades. Los grupos van más allá de ahorrar dinero, las mujeres aprenden sobre liderazgo, contabilidad, cómo hacer negocios o aprender a dialogar con las instituciones. Al final, ellas consiguen la propiedad de las tierras, que es el fin de todo, que puedan firmar y poner sus nombres en los contratos, porque generalmente no es así, en las familias tradicionales es el hombre el protagonista. Hay otros motivos para trabajar con las mujeres, y es que hay un gran porcentaje que viven en ciudades y son cabezas de familia. El sida provocó estragos en Zimbabue y hay muchas mujeres solas. Además, cada vez hay más mujeres solteras que llegan a las ciudades para huir de las tradiciones que las limitan o para buscar trabajo.
¿Qué habéis conseguido con vuestro trabajo en Masvingo?
Gracias a la colaboración con Bilbao hemos hecho unos primeros proyectos de agua y saneamiento. Además, hemos llevado hasta Masvingo a profesionales de la universidad para empezar a diseñar mejoras en los hogares. Cada año hemos dado un nuevo paso para mejorar los barrios periféricos. Ahora ya estamos hablando del futuro global de la ciudad, porque estas comunidades más pobres también forman parte importante en el desarrollo y la planificación de las urbes. Y lo hacemos a través de plataformas, formadas por representantes de todos los agentes: instituciones, ONG, asociaciones y representantes de estas comunidades.
¿Cuáles son las carencias básicas?
Sobre todo el saneamiento. Hay un solo inodoro para 50 personas y esto es terrible, especialmente para las mujeres y los niños. Muchas veces tienen que ir al baño por la noche con el teléfono móvil porque no hay luz, o son atacadas. Creo que es importante que hayamos conseguido introducir esta visión de género y abrir ese discurso sobre una planificación dirigida a la mujer en concreto.
¿Es importante incluir el componente de género en el urbanismo?
Sin duda. Lo es para que las mujeres puedan plantear en su propio entorno las necesidades específicas para ellas y sus hijas que, en general, no están planteadas. Tienes que hablar con ellas para que te cuenten qué les pasa, que el agua está demasiado lejos, los servicios muy sucios, que hay poca agua y tienen que levantarse a las cuatro de la mañana... Si no hablas sobre los retos que tienen esas mujeres y si no les damos voz, seguimos diseñando de la misma forma que antes, por eso es un gran paso tener voz a nivel de la ciudad, porque ya no hablamos de proyectos piloto dispersos, sino de una estrategia global que va a beneficiar a todo el mundo.