Inteligencia Artificial

La era de la inteligencia artificial

Las posibilidades que ofrece la aplicación de la inteligencia artificial causan asombro y también una inevitable incertidumbre. Sin embargo, en el ámbito de la salud, puede servir para llevar la formación, la investigación o la asistencia hasta otro nivel.

POR Enric Ros | 18 Marzo 2024

“Me preocupa más la estupidez humana que la inteligencia artificial”. Esta sonora afirmación la pronunció el fundador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ramon López de Mántaras, en una entrevista publicada en La Vanguardia el 10 de septiembre de 2023. La contundencia de sus palabras pretendía rebatir –o, por lo menos, matizar– el miedo hacia una tecnología que actualmente no deja de crecer de forma exponencial. En la misma conversación, este prestigioso profesor e investigador no dudaba en añadir: “El problema no es el monstruo de Frankenstein. El problema es el Dr. Frankenstein”, poniendo, de este modo, la pelota de la responsabilidad en el tejado de los propios seres humanos.

 

Una tecnología al alcance de todos

En cualquier caso, la impactante irrupción de la IA en nuestras vidas ha despertado unos temores atávicos al cambio, que, –como bien apunta Rubén Cruz, cofundador y director creativo junto a Diana Núñez de The Clueless, compañía especializada en diseños de avatares en IA para marcas– ya se produjeron con anterioridad: “Cuando aparecieron las primeras calculadoras, generaron protestas entre los profesores. Y cuando empezaron a utilizarse las cámaras de fotos, algunos llegaron a afirmar que podían robarnos el alma”. Juan de Dios Llamas, Chief Data Officer & Strategist de la agencia publicitaria BBDO & Proximity, por su parte, señala que “por defecto, las personas tendemos a oponernos a los avances. Cualquier nueva tecnología genera un movimiento casi ludita de reacción ante el temor a lo desconocido”.

 

En realidad, la IA no es tan nueva como creemos. En los últimos años, ya había sido parte de nuestras vidas, aunque solo podíamos percibir el resultado final, como ocurre por ejemplo con los algoritmos de recomendación de plataformas como Netflix, Amazon o Instagram. Ahora, por fin, la tecnología ha salido del “gueto” de los científicos de datos para hacerse accesible a cualquiera. Y es precisamente en este momento cuando tomamos conciencia de sus infinitas posibilidades y de sus riesgos. “El boom de las inteligencias generativas” –nos dice Llamas– “facilita que podamos comunicarnos con la máquina en un lenguaje natural, sin necesidad de hablar en código, y que podamos obtener resultados que eran inimaginables tan solo tres años atrás”. 

 

La ética de la IA

“Durante tiempo, los profesionales del dato utilizaron internet de forma un tanto errónea”, afirma Llamas. Era la época en la que se podían extraer datos de los internautas sin tener que pedir permiso. En los últimos años, se ha avanzado mucho en la defensa de los usuarios, como confirma la Ley de Protección de Datos española, “una de las más avanzadas en este campo”. El experto explica que muchos modelos de IA generativa “se entrenan con información transparente, que podemos llegar a conocer, pero otras, en cambio, operan aún como verdaderas cajas negras”.

 

Obviamente, las nuevas posibilidades que augura la incorporación masiva de la IA obligan a crear regulaciones específicas. Los contenidos generados por bots están ya multiplicándose de forma exponencial en Google. “Como cualquiera puede acceder a esta tecnología, es lógico que esto provoque usos creativos y beneficiosos para todos, y también otros más negativos. El riesgo es que lleguemos a un punto en el que ya no logremos diferenciar la realidad de la ficción”, comenta Llamas. Rubén Cruz, por su parte, cree que “existen nuevos problemas, como las posibles suplantaciones, pero también innumerables ventajas. Por eso, debemos crear marcos que potencien el desarrollo de estas últimas”. 

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