La importancia de preservar el factor humano
Las aplicaciones actuales de la IA en la medicina se enfocan en el uso de modelos de aprendizaje automático para buscar datos médicos y mejorar la experiencia del paciente.
Aunque inicialmente pueda parecer paradójico, la tecnología puede servir para construir una medicina aún más humana. Josep Munuera apunta que, probablemente, “ayudará a superar los límites de la comunicación entre paciente y médico, ayudando a traducir la información o gestionando eficazmente las citas”. Al mismo tiempo, al permitir una mayor precisión, “propiciará que se aceleren los diagnósticos”, lo que puede redundar en una mayor eficacia del sistema sanitario en su conjunto.
Munuera está plenamente convencido de que, en la era de la IA, “el papel del médico debe estar más que nunca centrado en los aspectos humanos, como la exploración atenta del paciente y la comunicación con este”. Liberado de ciertas tareas más burocráticas o de menor valor, el profesional de la medicina podrá recuperar una dimensión más humanista. Al mismo tiempo, el soporte tecnológico “exigirá de una nueva regulación que ofrezca respuestas claras a nuevos dilemas, como, por ejemplo, a quién corresponde la propiedad intelectual de una decisión médica en la que ha intervenido la IA”.
¿Hacia donde nos dirigimos?
Julio Mayol, por su parte, tiene claro que aún no podemos calcular hasta dónde nos llevarán todas estas nuevas herramientas que se irán implementando en un futuro próximo (en la actualidad, “no sabemos qué no sabemos”, afirma). Ignacio Medrano cree que la cultura humana aún no está preparada para un desembarco masivo de la IA en todos los aspectos de la existencia, sin embargo, se muestra verdaderamente entusiasmado respecto a las posibilidades que puede deparar en la medicina.
“Quizá en las especialidades diagnósticas no sea tan importante la presencia de las personas como antes, ya que se automatizará buena parte del procedimiento”, explica. “Pero, en cualquier caso, el ser humano seguirá siendo un factor crucial de todo el proceso. Las aportaciones de nuestra inteligencia serán relevantes también en aquellos juicios clínicos que exigen de un pensamiento contrafactual, en el que se tengan en consideración alternativas que no coinciden con lo sugerido por los datos”.
Sea como sea, el paso hacia una data-driven healthcare (una ‘atención médica basada en los datos’) goza de innumerables ventajas. Fomentará la colaboración entre los especialistas y evitará que el paciente derive a través de visitas poco productivas. Facilitará la creación de fármacos y combinaciones de estos para su aplicación en situaciones y casos cada vez más concretos. Y en general, podríamos decir que contribuirá decisivamente en numerosos ámbitos de la práctica hospitalaria, desde la asistencia a los pacientes a la cirugía de precisión con robots, pasando por la eficiencia de la detección precoz o de los ensayos clínicos.
Las distopías de la ciencia-ficción nos han presentado una y otra vez la IA como un peligroso Gran Hermano, pero si sabemos utilizarla con sabiduría, puede convertirse en una excelente aliada para llevar a una nueva dimensión la asistencia médica y el cuidado de la salud de los pacientes.