
Combustibles sostenibles: qué alternativas hay sobre la mesa
Los combustibles sostenibles, producidos a partir de fuentes renovables, se perfilan como la solución clave para reducir las emisiones y avanzar hacia un modelo energético más limpio.
Los combustibles fósiles tradicionales —como el petróleo, el gas natural o el carbón— son los principales responsables del calentamiento global y del cambio climático. Al ser quemados para generar energía, liberan dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que se acumulan en la atmósfera, atrapando el calor y alterando el equilibrio climático del planeta.
Según datos del Parlamento Europeo, en 2021 las actividades económicas en la Unión Europea generaron cerca de 3.600 millones de toneladas equivalentes de CO₂. Ante esta situación, el bloque comunitario se ha comprometido a reducir en un 55% sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, como paso decisivo hacia su meta de cero emisiones en 2050. En este contexto, la transición energética ya no es una opción, sino una necesidad inminente para construir un modelo más limpio, ético y sostenible.
¿Qué alternativas hay sobre la mesa?
Los combustibles sostenibles ofrecen fuentes de energía más limpias, que contribuyen a un sistema energético más resiliente y ecofriendly. Además, favorecen la economía circular, al aprovechar residuos orgánicos o subproductos, y ayudan a reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Cuáles son los principales retos?
Al tratarse de alternativas relativamente recientes, aún no existe una regulación global unificada que facilite la implementación de estos combustibles sostenibles. Además, su coste de producción complica su competitividad en el mercado sin el apoyo de incentivos económicos, y existen dudas sobre su escalabilidad, ya que su producción depende de recursos naturales como el agua y los cultivos, esenciales para la vida humana.
Los combustibles sostenibles nos ofrecen un modelo energético más limpio, ético y resiliente. Aunque aún enfrentan desafíos importantes, como la falta de regulación global, los costes de producción o las dudas sobre su escalabilidad, su potencial para reducir las emisiones y aprovechar recursos de forma más eficiente los convierte en la principal alternativa para construir un futuro sostenible.
Entre las principales opciones de combustibles sostenibles disponibles actualmente, destacan:
Combustibles sostenibles: qué alternativas hay

Biocombustibles
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También conocidos como combustibles drop-in, se caracterizan por poder utilizarse directamente en motores de combustión interna sin necesidad de realizar grandes modificaciones. Se producen a partir de biomasa mediante procesos biológicos, químicos o térmicos, y representan la categoría de combustibles verdes más extendida y utilizada en la actualidad.
Estos combustibles se elaboran a partir de residuos orgánicos como aceites vegetales usados, grasas animales o mediante la transformación de materias primas como el maíz o la caña de azúcar. Dentro de este grupo se encuentran el bioetanol, el biodiésel y el biogás, entre otros. En España, ya existen medidas y regulaciones que impulsan su uso, por ejemplo, en el campo del transporte.
Según el Real Decreto 1085/2015 para el Fomento de Biocarburantes, los carburantes suministrados en las estaciones de servicio deben contener al menos un 10% de biocombustibles.

Hidrógeno renovable
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También conocido como hidrógeno verde, se obtiene de forma sostenible mediante la electrólisis, un proceso que separa las partículas de hidrógeno y oxígeno del agua, liberando este último de vuelta al ambiente. Una de sus grandes ventajas es que puede almacenarse y transportarse con relativa facilidad, lo que permite su aplicación en múltiples sectores: desde el transporte y la generación de energía, hasta la climatización de edificios o la producción de combustibles sintéticos, como veremos a continuación.

Combustibles sintéticos
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También conocidos como e-fuels, son combustibles que se producen a partir de hidrógeno renovable combinado con dióxido de carbono capturado de la atmósfera. Su composición los hace muy similares a los combustibles fósiles convencionales, pero con una diferencia clave: representan una alternativa mucho más sostenible, ya que contribuyen a reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero. La sinergia entre el hidrógeno verde y el CO₂ atmosférico produce combustibles sintéticos capaces de alimentar medios de transportes pesados, como aviones, buques o vehículos industriales. Entre los más destacados se encuentran el e-metanol y el amoníaco verde.