Los vinilos más codiciados por los coleccionistas
Detrás de cada disco usado se encuentra una historia. Pero ¿qué convierte un simple disco en una pieza de museo?
Un objeto es siempre mucho más que su dimensión material. Un disco de vinilo, codiciado objeto de coleccionista, es mucho más que la música que encierra. Las manos por las que pasó, la historia de su grabación, las particularidades de esa edición concreta… La historia, en definitiva, que engloba al objeto y que enlaza a quien lo sujeta con toda esa tradición.
Si bien a finales del siglo xix, con los cilindros de cera y el gramófono, encontramos el origen de la música grabada, no fue hasta la segunda mitad del siglo xx cuando la producción y el consumo de estos objetos se democratizó. El vinilo, como soporte, permitió una producción y distribución nunca vista, volviéndose un objeto presente y habitual en la mayoría de los hogares.
El avance de la tecnología y la digitalización lo volvieron obsoleto en su función principal, pero con el tiempo se ha revalorizado. El placer de sacarlo de la funda, colocarlo en el reproductor y escuchar los segundos de ruido blanco que preceden a una canción. Cubierta también de un halo de autenticidad, la música se presenta con un sonido que recuerda al eco de otro tiempo. Un tiempo que se resiste a ser olvidado por completo.
Continente y contenido
La revalorización del vinilo para los coleccionistas va más allá de simple megalomanía. De hecho, a menudo la música es la parte menos relevante. El contenido pierde frente al continente. Así, los vinilos más codiciados obtienen su valor de la exclusividad, las imperfecciones o su historia.
Es el caso, por ejemplo, del ejemplar 0000001 del White Album de The Beatles. Si bien el disco en sí es un hito indiscutible de la música popular del siglo xx, marcando en 1968 el paso de la banda hacia una música más experimental, este ejemplar en concreto alcanzó en 2015 el precio de 790.000$ por haber pertenecido al batería de la banda, Ringo Starr.
Otro caso particular es el vinilo de My Happiness de Elvis Presley. Grabado en 1953, en Memphis Recording Service, este vinilo supone el primer intento del futuro rey del rock de entrar en el mundo de la música. Debido a su rareza (hay muy pocos ejemplares), así como al peso indiscutible que tiene en la historia de la música, hicieron que también en 2015 se vendiera un ejemplar por 300.000$.
Pero más curioso es el caso del acetato The Velvet Underground&Nico grabado y utilizado en 1966 en Scepter Studios. A diferencia del vinilo como lo solemos conocer, el acetato no estaba pensado para su uso comercial, sino que solía ser una grabación en bruto utilizada en los estudios para su posterior masterización. Este ejemplar fue una grabación preliminar del álbum de debut de la banda, cuya influencia en el rock experimental sigue todavía presente. En 2002, en una subasta de garaje, se encontró este ejemplar que en su día costó 75 centavos, y que consiguió revenderse por 25.200$.
El valor del vinilo para los coleccionistas
Si hay vinilos tras los cuales los coleccionistas suelen correr son aquellas ediciones que, por un motivo u otro, tuvieron que salir del mercado.
En este sentido, encontramos ejemplos como el Black Album de Prince, grabado en 1987 y que, poco antes de salir a la venta, el propio cantante decidió retirar por considerarlo “demasiado oscuro”. Las pocas copias que se hicieron son objetos codiciados para los coleccionistas, llegándose a pagar, en 2018, 27.500$.
En la misma línea encontramos el Diamond Dogs de David Bowie con su portada original, la cual mostraba al propio Bowie como un híbrido entre hombre y perro, y que tuvo que retirarse del mercado. Actualmente, un ejemplar original puede valer unos 20.000$.
Igualmente, la primera edición de The Freewheelin’ de Bob Dylan, grabado en 1963 y que contenía cuatro canciones que se eliminaron en ediciones posteriores, puede llegar a costar actualmente 35.000$.
El vinilo más caro de la historia
Sin embargo, el vinilo más caro jamás vendido es Once Upon a Time in Shaolin, de los padres del hip-hop Wu Tang Clan. Este disco, del cual existe únicamente una copia en todo el mundo, se vendió por 2 millones de dólares en 2015 al empresario Martin Shkreli. Poco después de esta compra, el empresario sería arrestado por fraude de valores, manipulación financiera y mala gestión de fondos. Tras su detención, sus bienes fueron incautados, y tres años más tarde fue sentenciado a siete años de prisión, devolver 7,36 millones de dólares en activos y pagar una multa de 75.000$.
Con ello, el disco volvió a subastarse y lo obtuvo el colectivo de arte digital PleasrDAO, pagando por él 4 millones de dólares, con lo que se convirtió de nuevo en el disco más caro jamás vendido.