Perder el olfato: causas y cómo recuperarlo
La infección por Covid-19 ha comportado la pérdida del olfato en muchos pacientes. Y con ello, las preguntas. Hablamos con el doctor Pablo Marcelo Reyes Burneo, del Servicio de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello del Hospital Universitario HLA Moncloa, y con el doctor Rafael Vera Llaó, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, doctor de Assistència Sanitària y colaborador del Hospital de Barcelona, para buscar las respuestas.
La pérdida del olfato está considerada como un claro síntoma de la Covid-19 y, para muchos, es ya uno de los indicadores más tempranos para detectar hoy en día la infección. Distintos estudios internacionales, como el presentado en Science Advances por la Facultad de Medicina de Harvard, sugieren que su aparición predice mejor la enfermedad que el resto de síntomas, como la tos o la fiebre. Muchos pacientes pierden el olfato y sufren alteraciones, pero la buena noticia es que la mayoría lo recuperan pasado un tiempo. ¿Por qué sucede? ¿Hay algún modo de prevenirlo? ¿Existen diferentes grados? ¿Cómo afecta psicológicamente el hecho de perder un sentido tan importante? ¿Son efectivas las terapias para recuperar el olfato?
Las causas
“Las más habituales, fuera de este periodo de pandemia en que existe una relación con el SARS-CoV‑2, suelen ser de tipo inflamatorio en relación con la mucosa nasal, como por ejemplo en rinitis o rinosinusitis agudas o crónicas. Otras causas menos habituales son lesiones tumorales, golpes o traumatismos que puedan afectar a cualquier punto de las vías olfatorias”, explica el doctor Pablo Marcelo Reyes Burneo.
Relación con la Covid-19
La alteración provocada por la infección es un hecho, como lo demuestra el porcentaje de pacientes afectados, pero las respuestas no están claras. “La patogénesis exacta de esta alteración no está suficientemente definida. La hipótesis es que se debe al daño causado en las vías olfatorias, por la destrucción del epitelio olfatorio (daño neurosensorial o daño neurodegenerativo). Se postula una lesión en células no neuronales que expresan receptores ACE2, como las células de soporte epitelial, células glandulares de Bowman y células basales horizontales. El coronavirus SARS-CoV-2 tendría apetencia y facilidad de unión a estos receptores ACE2”, apunta en este caso el doctor Rafael Vera Llaó. Lo que sí queda claro es que, en el caso del SARS-CoV‑2, coincide una particularidad: “Las células de los nervios olfatorios nasales tienen una gran cantidad de receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2; y a su vez el virus penetra más fácilmente en las células que tienen este receptor, lo que causa inflamación y lesiones en las neuronas encargadas del olfato”, apunta Reyes.
Distintos grados
Pero perder el olfato no significa lo mismo para todos los pacientes. Algunos no huelen nada (anosmia), otros muy poco (hiposmia), algunos perciben olores que nada tienen que ver con la realidad (parosmia), otros reciben siempre olores desagradables (cacosmia)… “Las alucinaciones no pueden ser explicadas al cien por cien. Una posible causa es que cuando un nervio se regenera, para curarse o madurar, en ocasiones se forman vías imperfectas que pueden dar como resultado estos olores alterados. Es comparable a cuando una persona, por ejemplo, sufre una parálisis facial idiopática (en general causadas por otros tipos de virus) y durante la recuperación de la movilidad muchas veces tienen tics o pequeñas contracciones involuntarias en relación con este proceso de recuperación”, explica Reyes, quien durante los últimos meses ha visto todo tipo de casos en el Hospital Universitario HLA Moncloa.
La recuperación
Algunas de las afecciones pueden ser reversibles completamente o parcialmente o permanentes. En los casos relacionados con la Covid-19, la respuesta definitiva requiere un tiempo mayor de análisis, porque hay pacientes que lo recuperan al cabo de semanas y todavía existen aquellos que siguen sin oler nada. El doctor Reyes añade que “el olfato es un sentido muy complejo que tiene conexiones neuronales con otras áreas del cerebro, como el sistema límbico, relacionado con las emociones, y con otras zonas cerebrales que también tienen relación, por ejemplo, con la memoria”.
El tiempo de espera
“No existe un tiempo determinado exacto. En el caso de no haber ninguna causa inflamatoria para la sintomatología (rinitis, rinosinusitis), sino más bien causas idiopáticas o virales, se considera un periodo de doce meses suficiente tiempo como para recuperar el olfato, al menos parcialmente”, explica Reyes. “Un paciente que no tenga olfato después de un año tendrá muy complicada su recuperación”, añade el doctor Vera.
El impacto psicológico
Dejar de oler de repente e incluso aceptar una pérdida parcial conlleva también un gran impacto emocional que se explica por diversos factores. “El olfato está íntimamente ligado al sistema límbico, a la memoria y a las emociones. Un olor puede evocar un recuerdo o nos puede llevar por igual a distintos puntos de nuestro estado de ánimo”, recuerda el doctor Reyes.
Así funciona
“El olfato funciona a través de un grupo de nervios que atraviesan una zona anterior de la base del cráneo llamada lámina cribosa, que es básicamente una lámina muy delgada con unos agujeros muy pequeños para que pasen los nervios desde la región cerebral hacia la nariz, donde finalmente –a través de unas fibras muy largas conocidas como pelos olfatorios– se captan los olores. Estas fibras no se encuentran sueltas dentro de la nariz, sino que están adheridas a la mucosa nasal. Así que cualquier inflamación que afecte a la mucosa nasal, exceso de moco, hace que estas fibras estén menos expuestas a los olores y por ende se altera el olfato”, explica de forma sencilla el doctor Reyes.
¿Olfato o gusto…?
Debemos distinguir entre gusto y olfato y saber que, en ocasiones, percibimos elementos que atribuimos al gusto cuando realmente pertenecen al olfato. “El gusto es un sentido más primario que nos ayuda a distinguir entre los cinco sabores básicos: agrio, dulce, salado, amargo y umami. En cambio, es el olfato a través del retrogusto lo que nos permite diferenciar todos los matices: dulce-chocolate, dulce-naranja, salado-galleta, entre otros. Las personas que se dedican, por ejemplo, a la cata de vinos, café o té, más que un supergusto, tienen un superolfato”, aclara el médico del Hospital Universitario HLA Moncloa.
Entrenamiento del olfato
Existe un método para entrenar y recuperar el olfato. “Aunque no está demostrado que tenga una efectividad alta. Cuando un paciente pierde total o parcialmente el olfato, el uso de esta terapia puede estar recomendado. Se trata de evocar reminiscencias olfativas presentes previamente en el paciente. Son ejercicios cuyo objetivo es recuperar la percepción de olores y consiste en inhalar olores concentrando la mente, al menos, dos veces al día. Son inhalaciones breves de aproximadamente 30 segundos y se usan cuatro frascos con olores básicos, concretos y diferentes, como pueden ser chocolate, rosa, limón, café, clavo, eucalipto…, señala el doctor Rafael Vera.
Este tipo de terapia, como explica el doctor Pablo Marcelo Reyes, “se basa justamente en intentar usar las conexiones del olfato con zonas de la memoria, e intentar, a través de la activación del recuerdo, que el olfato se reactive y reconozca ese olor. Una vez que se logre identificar olores básicos, se pasa a cuatro distintos. Es una terapia que requiere paciencia, tiempo y constancia. Y necesita, en la gran mayoría de casos, de por lo menos tres meses con los cuatro primeros olores. Una vez conseguidos estos, los demás suelen ir de forma más rápida”.
Los resultados son variados y su eficacia no está demostrada, pero sí se recomiendan. “Requieren mucha constancia y mucha paciencia. Son métodos que han demostrado eficacia en ciertos pacientes y tienen ventajas: no son dañinos, perjudiciales ni caros, y sus resultados se pueden medir”, concluye el doctor Reyes.