
¿Qué es la cirugía plástica?
En los últimos diez años, las operaciones de cirugía plástica han aumentado un 215%. A pesar del incremento de la demanda, esta especialidad sigue siendo una gran desconocida para la población.
El término plástica, que proviene del griego plastikos, elude a la acción de moldear. La especialidad de cirugía plástica, entonces, se considera una denominación generalizada de la disciplina cuyo objetivo es remodelar los tejidos del cuerpo humano. Su origen se remonta a inicios del siglo XIX, cuando un estudio alemán escrito por Karl Ferdinand von Gräfe mencionó el término en su trabajo sobre técnicas de reconstrucción nasal basadas en métodos indios e italianos. Sus investigaciones establecieron las bases de la cirugía plástica en Europa, que un siglo más tarde empezaría a dividirse en dos grandes subcategorías: la reparadora y la estética.
Medicina reparadora vs. estética
A grandes rasgos, mientras la medicina reparadora busca restaurar la función y apariencia de malformaciones congénitas o accidentes, la estética se enfoca en mejorar la apariencia sin una necesidad médica. En la actualidad, sin embargo, los límites de estas dos subespecialidades se han fusionado, ya que muchas veces una cirugía estética también tiene beneficios funcionales y viceversa. “Un claro ejemplo es la rinoplastia, que puede realizarse tanto para mejorar la armonía facial como para corregir problemas respiratorios. Lo mismo ocurre con la cirugía mamaria, donde una reducción de pecho puede mejorar la estética, pero también aliviar problemas de espalda”, afirma el doctor Mario Secorun, cirujano plástico de HLA Clínica Montpellier.
El objetivo de una cirugía plástica es y ha sido siempre mejorar la calidad de vida del paciente, ya sea a nivel funcional, estético o psicológico. El debate, entonces, es más bien de carácter burocrático: mientras la cirugía reconstructiva se considera un servicio público, la cirugía estética se practica en centros privados. Ante esta división, las clínicas realizan un trabajo de categorización en el que el trato personalizado es clave: “La cirugía plástica debe recomendarse cuando existe una indicación clara y realista, después de una evaluación médica exhaustiva. En el caso de la cirugía estética, es fundamental que el paciente tenga expectativas realistas y que la intervención se realice por motivos personales y no por presión externa”, aclara Secorun.
Los “retoques”, en tendencia
Según datos de la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética), en España se realizan más de 200.000 intervenciones de cirugía estética al año. De estas, el 85% se practican a mujeres y el 15% a hombres, aunque se ha presenciado un aumento en el interés de los varones, así como de los jóvenes en general. Mientras que las mujeres demandan, sobre todo, cirugías de aumento de mamas y liposucciones, entre los hombres destacan la blefaroplastia, la rinoplastia o la ginecomastia.
El aumento de esta demanda responde a múltiples factores, como el desarrollo de nuevas técnicas menos invasivas con cortos tiempos de recuperación y la normalización de este tipo de intervenciones en el entorno social. Este aumento, sin embargo, también ha traído consigo algunos datos alarmantes: alrededor del 50% de las cirugías estéticas no están realizadas por cirujanos plásticos. “Actualmente el paciente queda totalmente desprotegido ante una situación como esta. Estamos trabajando en una serie de modificaciones legales, sobre todo a partir de la ley Sara, que ha permitido que acotemos qué tipo de cirugía estética puede hacer cada especialista, una baza necesaria para perseguir el intrusismo laboral”, explica Valentín Yuste, cirujano de la Clínica Montpellier. Yuste, que también es miembro del Comisión Nacional de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, asegura que cada vez son más meticulosos en la preparación de exámenes y revisión de titulaciones de las personas que solicitan ejercer la especialidad en España.
Compromiso con la salud
Mientras tanto, tal como mencionan ambos doctores, es fundamental que esta demanda se gestione con ética y responsabilidad, evitando tendencias pasajeras o intervenciones innecesarias que puedan comprometer la salud del paciente. Para ello, un proceso que incluya una consulta inicial en la que se evalúe la historia clínica del paciente, así como una exploración física y un análisis de sus expectativas, son factores imprescindibles en una consulta de este tipo. “Es importante identificar que no haya ninguna presión externa. Particularmente me gusta tener una conversación detenida con los pacientes en la que pido que me describan ellos cuál es el problema, porque me da mucha información sobre la visión de la realidad de esa persona”, explica Yuste. En el caso de la Clínica Montpellier, también se solicitan pruebas preoperatorias y, si es necesario, una evaluación psicológica antes de dar el visto bueno definitivo.