El peligroso aumento del consumo de bebidas energéticas
Son muchos los jóvenes que consumen de forma habitual estas bebidas, sin ser conscientes de los peligros y problemas mentales que conlleva la ingesta excesiva de cafeína y de algunas de las sustancias que contienen estas latas que se han puesto de moda.
Un grupo de jóvenes adolescentes va caminando por la calle o está charlando tranquilamente en un parque y algunos de ellos, en ocasiones incluso son niños, con una lata de bebida energética en la mano. La imagen es cada vez más habitual y muy fácil de encontrar si se levanta la cabeza y observamos nuestro entorno. Las bebidas energéticas son hoy en día una de las bebidas más populares entre jóvenes y adolescentes. Según una encuesta europea de Beneo realizada entre 5.000 consumidores, 8 de cada 10 jóvenes europeos buscan productos que estimulen su energía. En España, si nos basamos en los últimos datos de ESTUDES (del Plan Nacional de Drogas), 4 de cada 10 estudiantes de entre 14 y 18 años las han probado y el 16% admite haber mezclado alcohol con bebidas energéticas en los últimos 30 días. Su consumo es mayor en los chicos (49,7%) que en las chicas (31,1%). Alejadas del ambiente festivo, el consumo y popularidad de estas bebidas también crece en el día a día. “Bajo mi punto de vista por dos razones. La primera por los efectos que producen tras la ingesta y, en segundo lugar, porque se ha convertido en un ritual social, para convertir al adolescente en uno más de su grupo al compartirla con sus iguales. Se trata de una opción muy atractiva, tanto a nivel visual como por el contenido de cafeína, taurina, en ocasiones azúcar y otros estimulantes”, cuenta la doctora Sara Mayero, psiquiatra del Hospital HLA Moncloa.
Actualmente, la definición de bebidas energéticas no está recogida específicamente en la normativa y se incluyen dentro de las bebidas refrescantes. Tampoco existe una regulación de los ingredientes permitidos, sus concentraciones máximas o sus posibles combinaciones. En muchas de ellas, la cafeína es el ingrediente principal de esas latas, pero además de una gran cantidad de azúcar, contienen también taurina, L-carnitina, D-glucurono-y-lactona, vitaminas e incluso ingredientes a base de plantas como ginseng, guaraná y ginkgo, poco recomendables para la edad de crecimiento. “Algunas de estas bebidas incluyen guaraná. Es una planta de Brasil que contiene guaranina, que al fin y al cabo es cafeína, con el doble aproximadamente de concentración que la obtenida en los granos de café, con lo cual potencia el efecto de la propia cafeína”, afirma Mayero.
La OMS establece que el límite aconsejable diario de cafeína debe estar en los 400 mg diarios. En el caso de esas bebidas, las latas contienen 32 mg de cafeína por cada 100 mililitros, lo que en un volumen estándar de 320 mililitros suponen 102,4 mg de cafeína, claramente por encima de la dosis aconsejada como positiva en latas de 500 mililitros, ya que significa ingerir de golpe 160 mg de cafeína.
La cafeína es un estimulante que afecta el sistema nervioso y, aunque algunos estudios defienden su capacidad “neuroprotectora e incluso beneficiosos a nivel cognitivo y a la hora de potenciar los efectos del ejercicio físico”–como apunta Mayero–, otros determinan que los efectos podrían afectar el cerebro en desarrollo. Y más cuando hablamos de consumirlas entre los jóvenes. “En el caso del abuso, dichas sustancias son especialmente nocivas en niños y adolescentes, ya que su cerebro sigue evolucionando y, por tanto, es más sensible ante cualquier daño secundario al mismo y por el riesgo del consumo, principalmente con alcohol, que agravaría sus consecuencias. El abuso de cafeína sí ha demostrado efectos perjudiciales en los jóvenes a distintos niveles. Puede producir daños a nivel cardiovascular, como taquicardias, arritmias o síncopes. A nivel del estado de ánimo, también se han descrito casos de manía o irritabilidad”, advierte la doctora.
Trastornos mentales
El excesivo consumo diario de estas bebidas, mezcladas con el alcohol y con drogas como la cocaína y otros estimulantes, anticipa futuras enfermedades mentales y trastornos del comportamiento. “Es evidente que su abuso puede provocar síntomas psiquiátricos que en personas vulnerables pueden desencadenar en una enfermedad mental. Se han descrito trastornos asociados al abuso de estas bebidas, como la recaída en sintomatología psicótica en pacientes con esquizofrenia previa e incluso episodios psicóticos en pacientes sin antecedentes. También se han relacionado con trastornos de ansiedad, descompensaciones afectivas asociadas al trastorno bipolar e ideas de suicidio, incluso en pacientes sin antecedentes”, apunta la psiquiatra del Hospital HLA Moncloa.
Respaldadas por grandes campañas de marketing que solo destacan su ganancia de energía y mejora del estado de alerta, son ya muchos los nutricionistas –por el exceso de azúcar de las bebidas– y los psiquiatras –debido a los diferentes trastornos mentales– que comienzan a tener en sus consultas a pacientes cada vez más jóvenes. De los típicos problemas para dormir, problemas de aprendizaje y bajo rendimiento, a casos de insomnio, náuseas, vómitos, nerviosismo, fuertes dolores de cabeza... un sinfín de efectos secundarios que nunca aparecen en las notas y explicaciones de estas bebidas energéticas, cada vez más cuestionadas.