Sin sustancia también hay adicción
Las adicciones conductuales tienen en común que no hay ingesta de ninguna sustancia tóxica; en cambio, sus síntomas son igual de graves que cualquier dependencia.
En pleno siglo XXI, las adicciones ya no se centran únicamente en comportamientos derivados del consumo de sustancias tóxicas como el cannabis o el tabaco. También existen comportamientos que pueden derivar en una adicción en la que entran en juego otros aspectos y donde no existe ninguna ingesta.
La adicción comportamental está relacionada con comportamientos o actividades concretas, como es el caso del trastorno de juego por apuestas y, en los últimos años, los trastornos por adicción a videojuegos en línea. En esta tipología de dependencia también entran la adicción a las redes sociales, al sexo o al trabajo, entre otros.
Las principales características en estos comportamientos, más allá de la no ingesta de sustancias, son: la pérdida de control, la dependencia psicológica y la interferencia para llevar una vida con normalidad. Todo ello puede ocasionar, además, una pérdida de interés por otras aficiones o actividades que antes eran placenteras.
Principales adicciones conductuales
Adicción al juego
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Uno de los grandes peligros es que el juego de apuestas se está convirtiendo, entre adolescentes y jóvenes, en una actividad de ocio normalizada. Según encuestas del Gobierno, en los años 2019 y 2020 un 63,6 % de los españoles de entre 15 y 64 años habían jugado dinero de manera presencial alguna vez en los últimos meses. Este ha sido un incremento notable de este comportamiento, que en 2017 se situaba en un 59,5 %.
Ligado con esta práctica, también está aumentando el sector de los juegos en línea. Cuando el juego se convierte en el centro de la vida de una persona, esta no deja de pensar en cómo, cuando o de dónde sacar el dinero para poder jugar, y es incapaz de dejar de hacerlo a pesar de las consecuencias negativas que suponen estos hábitos, como dañar sus relaciones familiares, laborales o personales.
Adicción a las redes sociales
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La adicción a internet, y a las redes sociales, se da cuando una persona no puede seguir el ritmo diario normal debido a un uso excesivo, y sobre todo no controlado, de internet. Esta adicción engloba las compras, navegación, juegos en línea o redes sociales, entre otras distracciones.
Según un estudio realizado en España, solo un 1,5% de los jóvenes de entre 12 y 17 años tiene adicción a internet, una cifra que es muy inferior a la de países como China, Taiwán o Corea, donde el porcentaje de personas con este problema se dispara hasta el 30%. La estimación, sin embargo, es que el 21,3% de los adolescentes españoles están en riesgo de desarrollar una adicción de este tipo debido al tiempo que ya dedica a navegar por la red. De hecho, una buena parte de este sector pasa más de dos horas diarias conectados a alguna red social.
Adicción al sexo
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En 2018, la Organización Mundial de la Salud agregaba el comportamiento sexual compulsivo a su clasificación internacional de enfermedades. Comúnmente llamada adicción sexual, este trastorno se caracteriza por la frecuencia y la intensidad de las relaciones sexuales, pero también de las fantasías y ansias por concebir el acto.
Esta conducta puede manifestarse de diversas formas, como a través de relaciones promiscuas, encuentros sexuales con desconocidos, uso de pornografía o líneas telefónicas eróticas. En estos casos, el principal tratamiento suele basarse en la terapia cognitiva conductual con la que aprender técnicas de reestructuración, evitar situaciones de riesgo o identificar circunstancias de peligro.
Adicción al trabajo
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Muchos empleados dedican a su trabajo una excesiva cantidad de horas y de energía y, además, lo hacen de forma compulsiva. Todo ello tiene consecuencias negativas sobre el propio trabajo y sobre la vida personal. En ocasiones, la adicción al trabajo se enmascara bajo la alta responsabilidad, sacrificio o dedicación, aunque no deja de ser un problema mental importante que debe diagnosticarse correctamente.
Este trastorno puede afectar de distintas formas a la salud, por ejemplo, aumentando los niveles de colesterol, favoreciendo la aparición de trastornos cardíacos o del sueño y propiciando la caída del cabello o el cansancio extremo.