El efecto de las pantallas en el sueño
Las pantallas son un gran aliado en los tiempos actuales, pero también pueden ser las responsables de algunos problemas en nuestra salud. Uno de los más comunes es la dificultad para conciliar el sueño.
Hoy en día, la mayoría de la población dedica horas y horas a interactuar con diferentes pantallas: ordenadores, tabletas, móviles, videoconsolas o televisores forman parte del día a día de casi todas las personas. Y con este incremento exponencial en su uso, toca cuestionarse: ¿qué efecto tienen sobre la salud? ¿Pueden ser dañinas?
En este sentido, varios estudios ya avisan que estar expuesto a pantallas antes de dormir es perjudicial. Consultar las redes sociales o el correo antes de acostarse puede comportar insomnio, entre otros trastornos del sueño, provocando que el descanso no sea de calidad, algo necesario para el buen funcionamiento del organismo.
Sueño y pantallas: una conciliación imposible
Mientras una persona duerme, su organismo se recupera de la jornada. Es su mecanismo para prepararse física, emocional y cognitivamente para el día siguiente. “El sueño ayuda en la consolidación de la memoria, regula el estado de ánimo, permite la recuperación del sistema cardiovascular, regula la temperatura corporal, fabrica determinadas hormonas, etc.”, explica la doctora Paula Giménez Rodríguez, especialista en neurofisiología clínica y delegada provincial de ASISA.
Las pantallas de los dispositivos electrónicos emiten luz blanca-azulada, un espectro de luz que influye en el reloj biológico humano, localizado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, y que “regula la periodicidad de ciertas funciones corporales, entre ellas el sueño”.
Para funcionar correctamente, este reloj biológico necesita de unos sincronizadores externos, de los cuales el más importante es la luz. “Cuando nuestro cerebro, a través de las retinas, percibe esta luz blanca-azulada, recibe la señal de que es de día y fabrica las sustancias químicas que nos mantienen despiertos (cortisol, histamina, serotonina, …) e inhibe la fabricación de melatonina, que es la hormona del sueño”, explica la doctora Giménez. Es decir, si una persona usa estas pantallas dos horas antes de acostarse, en realidad, le está diciendo a su cerebro –erróneamente– que es de día.
Además, el uso de pantallas implica un sobreestímulo cerebral, todo lo contrario a la actitud de relajación que, según la experta, se necesita para tener un buen descanso. Y aquí es donde aparece el insomnio, un trastorno del sueño que ya afecta, en España, entre un 25 y un 35% de la población adulta de manera transitoria, y entre un 10 y un 15% de forma crónica, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
El problema principal que alerta la doctora Giménez es el auge de este hábito nocturno, cada vez más extendido entre la población joven. Y es que la falta de sueño o la mala calidad del mismo se asocia, entre otros problemas, “a un bajo rendimiento escolar o laboral, a la alteración del estado de ánimo (ansiedad o depresión), a tener cefaleas, accidentes y, a más largo plazo, a enfermedades metabólicas y cardiovasculares”, puntualiza.
Cómo asegurar un sueño reparador
Evitar el insomnio, y todos los problemas de salud asociados con él, exige irremediablemente poner el foco en cómo y cuándo se usan las pantallas. Los expertos recomiendan abiertamente olvidarse de todos los dispositivos electrónicos, al menos, una hora o dos antes de ir a la cama. Siempre es mejor una buena lectura relajante que la luz azul y los estímulos de un vídeo viral. Pero no solo eso: la doctora recuerda que para descansar bien también hay que “dejar los problemas y preocupaciones para el día siguiente” y “llevar una rutina de horarios regulares de comidas y de sueño acostándonos y levantándonos todos los días a la misma hora”.