
¿Cómo envejecerán las nuevas generaciones?
Los avances científicos derivados de la investigación y la posibilidad de cultivar hábitos saludables permiten imaginar una forma distinta de afrontar la entrada en la madurez.
Hubo épocas, no tan lejanas, en las que alguien que se había adentrado en la cincuentena empezaba ya a ser considerado como una persona mayor. Hoy, nuestra sociedad parece obsesionada con alcanzar una juventud perpetua. Pero: ¿es realmente posible afrontar los años de una forma saludable, retrasando los indeseados efectos físicos que solemos asociar a la vejez?
Para analizar esta cuestión, conversamos con Tamara Pazos, una joven y brillante científica que cursó un máster en Neurociencia y que ha escrito interesantes libros con títulos como Crecer sin envejecer. Este libro te hará vivir más (o por lo menos mejor) y La biología aprieta pero no ahoga (todos ellos, publicados por Paidós). En su opinión, la información de la que disponemos en la actualidad brinda a las nuevas generaciones la oportunidad de envejecer de una manera distinta. Además, ahora disponemos de “una gran fuerza de investigación e inversión en biomedicina, orientada totalmente a estudiar estos procesos de envejecimiento celular y de enfermedades asociadas al mismo”.
Edad cronológica versus edad biológica
Lo primero que debemos constatar es que la edad cronológica seguirá avanzando de forma inevitable para todos, pero la biológica dependerá de cuánto nos hayamos cuidado. “Según el contexto y el acceso a los recursos sanitarios, habrá personas de setenta años con un sistema inmune joven y funcional, con capacidad de enfrentar y reparar los daños derivados del paso del tiempo. Y habrá otras personas que, por acumulación de estrés, sedentarismo, contaminantes ambientales, falta de sueño, etc., tendrán un sistema inmune deteriorado que acelerará el envejecimiento. La diferencia más grande la encontraremos vinculada al estatus socioeconómico y las posibilidades de acceso a estos avances científicos”, explica Pazos.
Un cambio de mentalidad
La ciencia de la longevidad nos ofrece una oportunidad para cambiar de mentalidad. “No se trata de añadir años de vida, sino de añadir vida a los años”, afirma esta investigadora. Y añade: “La ciencia de la longevidad nos está mostrando que el envejecimiento es maleable y que podemos influir en cómo envejece nuestro sistema inmune, que actúa como director de orquesta de muchos otros procesos. Un sistema inmune sano no solo responde bien ante infecciones, también mantiene a raya la inflamación que, cuando se cronifica, favorece enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o metabólicas. Entender esto nos permite diseñar estrategias concretas para llegar a edades avanzadas en mejor estado físico y mental”.